Murillo y un paraguas

Por Daniel Bargalló; Últimamente mi dueño tiene muy poco tiempo, tiene tan poco que no le ha dado tiempo a escribir este post y me ha pedido que lo haga yo. Y bueno, los tipos como yo no solemos encargarnos de esta clase de cosas, pero hemos renegociado nuestro contrato y hemos llegado a un […]

Foto: Maricruz

Foto: Maricruz

Por Daniel Bargalló;

Últimamente mi dueño tiene muy poco tiempo, tiene tan poco que no le ha dado tiempo a escribir este post y me ha pedido que lo haga yo. Y bueno, los tipos como yo no solemos encargarnos de esta clase de cosas, pero hemos renegociado nuestro contrato y hemos llegado a un acuerdo, así que ahí voy.

Pero antes de eso, quisiera dejar algunas cosas claras. Soy un paraguas. Muchos de ustedes pensarán que eso es una estupidez, los paraguas no hablan. Pero de escribir no hemos dicho nada y escribiendo sólo las batidoras son mejores que nosotros. El caso es que tuve que acompañar a mi dueño el otro día en una ruta por Sevilla, últimamente me saca mucho, durante una visita patrimonial sobre Murillo. La visita la organizaba Turismo de Sevilla y fue un tanto especial porque los participantes eran blogueros y tuiteros, gente que se dedica a nosequé del 2.0 ó algo así, cuando mi dueño habla de esas cosas no le presto mucha atención, la verdad.

Al primer sitio al que me llevaron fue al Hospital de la Caridad. Allí explicaron cosas muy interesantes cómo el tamaño real de todo el Hospital, que llegaba en sus tiempos hasta la Plaza Nueva, o que en la época en la que se fundó, el siglo XVII creo, pululaban por Sevilla unas 20.000 personas sin hogar, oficio o beneficio. Menos mal que les dio por construirlo. Pero que nos llevasen allí tenía un sentido y es que, ya he dicho que la ruta era de Murillo ¿Verdad? Bueno, pues resulta que la gran mayoría de los cuadros que decoraban la Iglesia del Hospital de la Caridad eran obra de nuestro amigo Murillo. A estas alturas ya suponía que ese tal Murillo debía haber sido un pez gordo, y parecía que lo que mejor se le daba era pintar, pero no paredes o techos. El tío pintaba cuadros y lo hacía bastante bien. Pues allí estábamos, en la Iglesia de la Caridad viendo los cuadros de Murillo cuando nos contaron que de los seis que veíamos cuatro de ellos eran reproducciones, porque los originales se los llevó en 1810 un tal mariscal Soult, que era un militar francés que estuvo aquí durante la guerra de la independencia. Cuando murió los cuadros se dispersaron por todo el mundo y hoy día hay algunos incluso en los Estados Unidos o Canadá. Como la lió el franchute.

Después continuamos caminando por el centro de Sevilla en dirección al Museo de Bellas Artes, en donde está teniendo lugar una exposición denominada El joven Murillo, que coincidencia. Fue un paseo bastante agradable porque no cayó ni una gota, así que como no estaba trabajando pude ir enterándome de las respuestas que daba el guía sobre porqué Sevilla se inundaba tanto, que son las letras rojas que han salido en la fachada de la catedral o porqué la puerta principal de la misma sólo se abre para el rey de España. El paseo seguía siendo tan interesante cómo la visita en cuestión.

Por fin llegamos al Museo y una vez que entramos en la exposición El joven Murillo pudimos comprobar de primera mano cómo pintaba el muchacho, que trazo, que poderío. Todo un genio. Aunque no empezó sabiendo, está claro. Era curioso ver cómo en sus primeros cuadros los colores eran muy chillones y las sombras estaban… digamos… que poco conseguidas. A ver, que yo no lo hago ni de broma…pero viendo los niveles de perfección que alcanzó en otras obras suyas, parece mentira que estemos hablando de la misma persona.

Y finalmente, antes de la despedida, fuimos al restaurante Pando en el que nos deleitaron con unas tapas inspiradas en recetas barrocas. Por lo visto varios restaurantes y bares del centro de Sevilla han tomado la iniciativa de ofrecer una ruta de la tapa en honor a Murillo y los platos que se ofrecen están inspirados en recetas de la época. Para ser comida tan antigua sabía bastante bien. Bueno, supongo que sabía bien por la cara de mi dueño y sus compañeros, porque todo el mundo sabe que los paraguas no comemos.  Por cierto si quieres ver las fotos que mi dueño hizo durante la tarde pasaté por nuestro flickr. ¡Que viva Murillo!

Fechas de la exposición: Museo de Bellas Artes de Sevilla. Del 20 de febrero al 30 de Mayo de 2010.

 

ACTUALIZACIÓN.-

Ruta de la tapa murillesca: comienza el 5 de Marzo y durará hasta el 30 de Mayo de 2010.

Más información: Asociación de Hosteleros de Sevilla.

Subscríbete por mail y recibe más info sobre desarrollo rural

Quiero suscribirme

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  1. Con total sinceridad tengo que admitir que esta, es la mejor crónica paragüil que he leído en mucho tiempo. 🙂

    Un saludo y a ver si nos vemos en la siguiente.

También te puede interesar

Overlay Image
Sky Rocket Your Agency Income
Get Our Free Guide to
Overlay Image