Saber preguntar es, desde mi punto de vista, la segunda competencia más importante de cualquier persona que quiera mantener unas relaciones de calidad con su entorno, y consigo misma. La primera es saber escuchar, pero hoy el artículo va de la segunda.
En mi trabajo, como coach y como formadora, son las dos competencias clave que debo poner en juego para afrontar con eficacia los procesos de apoyo personal: escuchar y preguntar. Digamos que, aunque es una simplificación algo injusta, el coaching es básicamente saber escuchar y saber hacer las preguntas adecuadas, de la forma adecuada y en el momento más adecuado. Ese es el arte del coaching y el arte del apoyo personal.
El objetivo de las preguntas en coaching es apoyar a las personas para que puedan replantearse las cosas desde distintas perspectivas, para reflexionar, bucearse, aclararse las ideas y ponerse en acción. Y seas o no coach, cuando preguntas estás declarando tu interés por algo o alguien. Por eso, el objetivo de las preguntas o la intención con la que las haces, va a determinar la calidad de la comunicación que estableces con otra persona. Y yo creo en las personas de comunicación transparente.
Así es que el primer paso es aclarar cuáles son tus intenciones. ¿Las respuestas son más importantes para ti o más para la otra persona o el asunto que estáis tratando? Esto suele darte una pauta interesante para definir esas intenciones.
Y ahora sí, ahora puedes elegir las preguntas, y para eso te será útil conocerlas.
Preguntas abiertas, preguntas cerradas
Todas las preguntas pueden ser más o menos abiertas y más o menos cerradas. Las preguntas cerradas son las que tienen pocas opciones de respuesta, normalmente un dato o un monosílabo. Las abiertas, son esas en las que tenemos múltiples posibilidades de respuestas, más cuanto más abiertas son las preguntas.
Preguntas abiertas que dan mucho juego son las que empiezan con qué, cómo o para qué. Las que empiezan con un porqué, a no ser que se centren en los valores o en los sentimientos de las personas, suelen ser menos poderosas porque tienden a enfocarse en el pasado. Mira la diferencia: ¿por qué he suspendido? ¿Cómo puedo dejar de suspender? O ¿por qué has dejado de llamarme? y ¿qué puedo hacer para que me llames otra vez?
Las preguntas abiertas ayudan a formar conciencia, y a generar responsabilidad como habilidad para responder. Por su parte las preguntas cerradas, bien usadas, son perfectas para obtener el compromiso de las personas, o de ti mismo. Me gustan especialmente las que empiezan por cuándo: ¿cuándo vas a empezar?
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Algunas claves para preguntar de forma eficaz
Tanto si tu intención es acompañar a una persona a encontrar sus propias respuestas y definir un plan de acción, como si lo necesitas en beneficio propio o para los dos que estáis en la conversación, aquí tienes algunas claves que pueden ayudarte a hacer las preguntas con eficacia y arte.
- Demuestra y haz evidente tu interés, escuchando con tus oídos y con todo tu cuerpo durante la conversación, porque cuanto más interés perciba tu interlocutor más se abrirá. Y esto no se disimula.
- Mientras te responden no pienses en la próxima pregunta, deja que fluya la conversación y se enlacen las respuestas con las próximas preguntas de forma natural. No pierdas la atención porque se nota.
- Ve de lo general al detalle. Empieza con preguntas abiertas, buscando junto a tu interlocutor observar, reflexionar e identificar posibles palancas de apoyo o barreras que superar, y después haz las preguntas cerradas que implican el mayor grado de compromiso: ¿quién? ¿cuándo? ¿dónde?
- No te proyectes. Esto significa que evites juzgar las respuestas que oyes según tus propias opiniones o por cómo tú responderías. Entrena tu capacidad de percibir a la otra persona en todas sus dimensiones, desde sus creencias, sus valores y su forma de ser, y no desde la tuya. Esto te va a enriquecer muchísimo.
Cuando preguntamos a una persona nos entrometemos en su mundo emocional y racional, que es desde donde todos respondemos por muy bien que controlemos nuestro lenguaje no verbal. Por eso hazlo con respeto y con buena intención, o simplemente no preguntes tanto.