En el mundo en el que vivimos, cada vez es más fácil encontrarnos con personas diferentes a nosotros. Ya sea por la expresión de género o la orientación, por la etnia, religión, capacidades o, simplemente, por la forma de vestir, hablar o ver el mundo, la sociedad tiene una riqueza inconmensurable en cuanto a la diversidad de las personas que formamos parte de ella.
Desde hace unos años, en AlmaNatura colaboramos con Red Acoge, una federación de organizaciones especializadas en la inclusión social de las personas migrantes, realizando la evaluación del Índice de Gestión de la Diversidad y la Inclusión. A través de este índice, se mide el estado e implicación de las organizaciones con un entorno laboral respetuoso e inclusivo con la diversidad según las variables de género, edad, discapacidad, origen etnocultural, orientación sexual e identidad de género.
Tras tres años consecutivos midiendo nuestras acciones en pro de una gestión positiva de la diversidad, nos agrada encontrarnos en la posición n.º 24 del Índice, habiendo mejorado cada año desde que formamos parte de la RED+D (empresas comprometidas con la diversidad). Somos conscientes del gran espacio de mejora que aún tenemos por delante y, precisamente por eso, creía importante traer hoy este tema a nuestro blog.
Cuando hablamos de diversidad, es en los pueblos donde parece que se resiste una gestión positiva de la misma. Mientras que las ciudades adquieren ese adjetivo de “cosmopolitas”, los pueblos y los entornos rurales siguen siendo los espacios más tradicionales y desfasados. Desde el rural salen las personas del colectivo LGTBIQ+ en busca de un lugar en el que se desarrollen con menos ataduras, y donde las personas migrantes se encuentran con menos comprensión y con mentes más cerradas.
Para acabar con estas situaciones y creencias, desde los pueblos tenemos mucho espacio de mejora. Hoy me atrevo a acercar tan solo algunas ideas que, si se llevan a cabo, estoy seguro de que conseguirán pueblos más incluidos y vecinos y vecinas mucho más felices y realizados.
¿Qué puede hacer mi pueblo para ser un sitio amigable con los colectivos más desfavorecidos?
- Sumarse a redes de apoyo: Formar parte de iniciativas de apoyo a los colectivos como la Red de Municipios Orgullosos (apoyo a personas LGTBIQ+) o la Red de Municipios de Acogida de la FEMP (acogida de refugiados), consigue que la población vea al municipio como aliado, sintiéndose así con mayor seguridad y con ganas de seguir apostando por vivir sus vidas en el pueblo.
- Espacios de encuentro para toda la población: Cuando las personas comparten los espacios, las actividades e incluso las fiestas del pueblo, es cuando se crea realmente la comunidad. Hacer a todas las personas partícipes de las mismas, no hará más que mejorar las relaciones entre vecinos y vecinas, aumentando su contacto y sus ganas de seguir compartiendo entre todos y todas.
- Planes de gestión de la diversidad: Generar planes con pautas mínimas de acción, que además estén cocreados con toda la población, ayudará también a que la confianza en el municipio por parte de los colectivos sea mucho mayor. Cuando alguien ve que su pueblo apuesta por personas como ella, necesariamente aumenta su sentimiento de pertenencia al mismo, viendo el pueblo como un auténtico hogar más que un sitio de paso.
- Estudiar las necesidades de la población: Las personas que vivan en un pueblo habrán sentido alguna vez que las cosas que pasan en el mismo no están pensadas para ellas, evitando así la participación en las mismas. Crear más espacios de cocreación vecinal, en el que todas las personas y colectivos se vean representadas, ayudará a entender mejor las necesidades de todas y a actuar en consecuencia.
- Puntos de apoyo para población diversa: En muchas ocasiones las personas sentimos necesidad de compartir nuestras preocupaciones o problemas con alguien, pero no encontramos el apoyo necesario en los pueblos. Generar desde la administración algún punto en el Ayuntamiento, Casa Cultural o Centro Juvenil, que pueda atender las dudas y necesidades específicas de estos colectivos, será un recurso que la población acogerá con agrado.
- Red de voluntariado integrador: Como añadido a la medida anterior, se podría además contar con una red de vecinos y vecinas voluntarias que ejerzan de anfitriones y red de apoyo, tanto para las personas LGTBQ+, inmigrantes, con diversidad funcional, que ya viven en el pueblo, como para aquellos nuevos pobladores.
En definitiva, si queremos que los pueblos se reactiven, que las personas se queden a vivir en ellos, o que vengan nuevas personas pobladoras, hemos de hacer un esfuerzo por construir del lugar un espacio en el que todos y todas las personas tengan cabida, que puedan profesar su sentir, su amor o su religión de una forma libre, y en el que la comunidad abrace sus particularidades y diferencias.