Si estás leyendo esto, quizás formes parte de ese grupo de personas que no solo deciden lanzarse a emprender en el medio rural, sino que además lo hacen acompañadas de sus hijos. Para algunos esto puede sonar bastante difícil, algo así como el equivalente a llevar dos emprendimientos paralelos. No obstante, os invitamos a conocer la historia de Inma, una participante de Holapueblo cuyo testimonio nos muestra cómo emprender con hijos abre una serie de puertas que, de no ser por ellos, quizás nunca se hubiesen abierto.
Un cambio de vida en Bargota
Ya hace un año desde que Inma se instaló con su pareja y su hija en Bargota, un pueblo de Navarra, con su centro de bienestar físico “Leku Amaigabea”. El objetivo de esta familia es el de llevar a los pueblos, y concretamente a las personas mayores, clases de pilates, danza, gimnasia de mantenimiento y mucho más. Pero, ¿cómo ha influido el hecho de que Inma decidiese lanzarse a esta nueva aventura de la mano de su hija Ariadna?
“Para Ariadna, el que yo haya emprendido en un pueblo es algo normal. Todos los niños normalizan aquello que viven cada día.”, comentaba Inma cuando le preguntábamos sobre cómo vivía la pequeña de seis años el negocio de su madre. Inma nos asegura que jamás le ha tenido que explicar a su hija qué significa emprender. El día a día es la mejor escuela para ella e incluso a veces la propia niña es partícipe de las actividades que se desarrollan en el centro. “Estoy convencida de que este contacto directo fomenta la creatividad. Yo no he crecido así, en mi familia nadie ha sido emprendedor y para empezar con mi negocio tuve que romper una barrera de miedo importante. Si mi hija quisiera emprender, no tendría que pasar por eso, ella ya tiene este paso adelantado”.
El hecho de que Ariadna acompañe a su madre a las clases que imparte puede parecer algo de lo más normal. Sin embargo, este fenómeno merece cierta atención.
“Si por alguna cuestión mi hija no puede quedarse con su padre, se viene a clase y hace la actividad conmigo”. Esta acción aparentemente banal es todo un regalo para Inma, puesto que ella asegura que cuando emprendió en la ciudad no siempre se apreciaba tener a una niña revoloteando por el aula. Ante una pérdida de población evidente, siempre es una alegría ver a una familia con hijos con el pueblo. Esto no solo ha hecho que Inma pudiera compartir el espacio de trabajo con su hija, sino que también le ha permitido contar con todo un tejido social del cuidado del que son partícipes los vecinos de Bargota. Este impacto positivo en la vida personal de Inma al final también ha resultado en un beneficio para su emprendimiento, puesto que desde esa base, se le facilitó su integración, la gente entendía mejor su negocio y solicitaba sus actividades con más ilusión.
Desafíos de emprender con hijos en un pueblo
Inma y su pareja también deben hacer frente a una serie de desafíos que les plantea el hecho de emprender con hijos en un pueblo. El principal reto reside en la propia crianza de Ariadna, puesto que si bien pueden contar con el apoyo de los vecinos para momentos puntuales, no cuentan con familiares cercanos que puedan echarles una mano cuando más lo necesiten. Si a esto se le suma la escasa oferta de servicios como guarderías, nos encontramos con una situación cuanto menos desafiante, donde la totalidad de la carga a la hora de criar a los hijos reside en los padres, algo que no debe resultar fácil cuando el negocio también es demandante en materia de tiempo.
No obstante, cuando Inma hace el balance de su decisión, no le cabe duda de que le está haciendo un grandísimo regalo a su hija. “El hecho de que Ariadna pueda criarse en este ambiente es algo que se llevará para toda la vida, independientemente de si más adelante decide vivir en un pueblo o no. Lo que está viviendo estos años a nivel de crecimiento personal, disfrute de la naturaleza etc. es un regalo que se implementará en su personalidad para el resto de su vida. Igual querrá vivir unos años fuera, pero estoy segura de que los años la acabarán trayendo aquí, lo veo en los vecinos, la gente vuelve.”
Cierto es, que hay un fenómeno observable en los pueblos: los años terminan trayendo a la gente de vuelta. Y qué bonito sería pensar que, aquellos que vuelven al pueblo, lo hacen no solo para quedarse, sino para emprender también.
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