Programa de emprendimiento femenino que acompaña a una colmena de emprendedoras jóvenes rurales fortaleciendo su empleabilidad, autoestima y el vínculo con el territorio.
Emprender en el medio rural es un acto de re(cordar)…, de volver a pasar por el corazón. De recordar que somos parte de algo más grande que nosotras mismas, que la tierra que pisamos tiene memoria y que la cooperación es una forma de inteligencia compartida.
A lo largo de la historia, la humanidad ha transitado grandes cambios de paradigma. Fueron personas (desde los márgenes y la innovación) las que movilizaron esos giros cuestionando el sistema dominante. El primer gran cambio ocurrió cuando pasamos de ser pueblos cazadores y recolectores a convertirnos en asentamientos agrícolas. No se trató solo de transformar la manera de obtener alimento, sino la forma de estar en el mundo.
Y fue eso lo que nos condujo a lo que Ronald Sistek denominaEl Gran Olvido.
Dejamos poco a poco de sentirnos parte de la naturaleza, olvidamos que nuestra base cultural era tribal, diversa y profundamente colaborativa. Que la vida en comunidad permitía la supervivencia y el bienestar, y que durante milenios jugábamos un juego (infinito) donde ganábamos siempre las personas, la comunidad y la naturaleza.
Sistek explica que, con el paso de los siglos, ese olvido dio forma a tres grandes patrones degenerativos que aún hoy nos atraviesan como civilización:
La percepción de separación con el mundo natural, que nos llevó a tratar la tierra como un recurso y no como un sistema vivo del que formamos parte.
El miedo como comportamiento subyacente, base de estructuras jerárquicas y competitivas que se consolidaron en todos los ámbitos de la vida.
La supresión de lo femenino, entendida como la pérdida de la sensibilidad, la intuición y el cuidado como fuerzas generadoras de equilibrio.
Estos tres patrones siguen operando en nuestras culturas occidentales actuales. Son los que aún nutren las decisiones económicas, la mayoría de los modelos de trabajo, la manera en que entendemos el éxito y el crecimiento.
Ahora bien, ¿Somos realmente conscientes del daño (histórico) causado por estas maneras de vernos y habitar el mundo? ¿Y de cuánto necesitamos sanar esa herida que genera la separación?
El rural como territorio para recordar
El medio rural se revela como un lugar privilegiado para recordar(nos) que somos naturaleza, que la esperanza es la semilla y que el futuro (si logramos que sea sostenible y justo) tendrá rostro de mujer. Un rostro que une sensibilidad y acción, intuición y propósito.
Quizás por eso resultan tan inspiradoras las palabras del movimiento Ganaderas en Red, que define a sus integrantes como “mujeres de tierra, viento y ganado”. Mujeres que cuidan, producen y nos enseñan desde la tierra.
Emprender desde esa mirada no es idílico. Es un acto profundamente político y regenerativo: recuperar el valor de la comunidad y del equilibrio con los ecosistemas. Volver a poner la vida (toda la vida) en el centro.
Lo que las abejas pueden enseñarnos
En la naturaleza existen ejemplos perfectos de equilibrio entre el individuo y su entorno. Uno de ellos son las abejas.
En una colmena, cada abeja cumple un rol esencial (recolector, cuidar, explorar…). Ninguna actúa por su cuenta sino que las decisiones se toman colectivamente activando complejas señales químicas y danzas que indican dónde encontrar alimento o cómo regular la temperatura interna. Su inteligencia colectiva no se basa en la competencia, sino en la cooperación y en el cuidado.
Cada movimiento, cada decisión en la colmena busca mantener el equilibrio con el entorno. De hecho, cuando el entorno se deteriora, la colmena entera sufre. Y cuando prospera, todo el sistema florece.
El trabajo silencioso de las abejas sostiene ecosistemas completos y permite que otras especies (incluida la nuestra) puedan vivir. No nos olvidemos que tienen el poder de polinizar más del 70% de los cultivos que alimentan al mundo.
En la naturaleza, la colaboración no es un ideal, es una estrategia de supervivencia.
Beautiful Bees: el vuelo colectivo de las mujeres rurales
Inspirado en esta sabiduría natural, Beautiful Bees es un programa de innovación social cofinanciado por el Fondo Social Europeo+ que busca impulsar la vocación emprendedora de mujeres del mundo rural en España, Italia y Lituania. Para conseguirlo combina el desarrollo de habilidades para emprender y el fortalecimiento de la confianza, el autoconocimiento y los vínculos (entre ellas y con el territorio).
La colmena se convierte en metáfora y en método: un espacio donde se aprende desde la colaboración, la sororidad y el compromiso con la comunidad.
Beautiful Bees propone un viaje de transformación en cuatro etapas: Inspiración, Coliving, Giving Back y Bootcamp Internacional en el que las participantes viven procesos de aprendizaje práctico, visitas a proyectos rurales, tutorías personalizadas y una experiencia intensiva de convivencia.
AlmaNatura, como entidad colaboradora se encuentra acompañando a 11 mujeres que durante la primera semana de noviembre vivieron su fase coliving en AlmaNatura Lab (mientras en Italia y Lituania, otras emprendedoras rurales también lo vivían). Seis días donde las emprendedoras compartieron casa, ideas y sueños; trabajaron en sus proyectos mientras se escucharon, se cuidaron, se fortalecieron mutuamente.
Isa: una abeja que encontró su colmena
Isa llegó a Beautiful Bees sin conocer a nadie, pero rápidamente se sintió parte de una comunidad. “Cuando llegué, me sentí parte del grupo desde el primer día. Cada una con su historia, su energía, sus proyectos. Ha sido increíble ver cómo mis compañeras ponían el corazón en lo que hacían”, recuerda.
Durante una semana, Isa y otras nueve mujeres compartieron formación, mentorías y talleres en AlmaNatura Lab. “Las sesiones con Lola fueron brutales. Nunca me habían enseñado así. Fue una mezcla de inspiración, claridad y ternura. También tuvimos con Rosa un taller de finanzas y estructura de negocio que me abrió los ojos. Y con Ángeles, una sesión de autocuidado que me ayudó a reconectar con una parte que había dejado de lado desde que empecé a emprender”. Lola, Ángeles y Rosa formaron parte del equipo de facilitación de la experiencia.
Nos cuenta que el programa no solo le ayudó a fortalecer su proyecto, sino también a redescubrir la importancia del cuidado personal y colectivo. “Recordé que si no me cuido, no puedo sostener mi emprendimiento. Esa parte me la llevo grabada. Además, conocí a personas con las que seguiré colaborando: con Noemi (otra de las participantes), por ejemplo, voy a desarrollar su marca para que pueda vender sus experiencias”.
También hubo espacio para el encuentro con el territorio. Isa recuerda con ilusión la visita a la Escuela de Adultos del pueblo y el taller de fermentación de La Rica Vida con vecinas y vecinos del pueblo: “Sentí una comprensión y un cariño brutal. Yo no soy de aquí y, sin embargo, me hicieron sentir del pueblo. Eso no tiene precio”.
Al final del coliving, Isa sentía más que una cosecha de conocimientos: “Todavía estoy procesando todo, pero sé que este proyecto me ha cambiado. Ahora tengo más claridad, más propósito y una red de mujeres maravillosas con las que seguir creciendo”.
Emprender desde el rural es también dejarse cuidar, y cuidar a otras.
La colmena como mentora
Isa pone voz a lo que Beautiful Bees significa: aprender junto a otras, mirarse de nuevo en comunidad y volver a sentir que el territorio late cuando se trabaja en común. Su historia respira esa mezcla de entusiasmo y pertenencia que aparece cuando varias mujeres se reúnen para construir algo que las trasciende.
Como en las abejas, su fortaleza radica en la interdependencia, en su capacidad de adaptarse colectivamente a los cambios. De igual modo, las comunidades rurales pueden reinventarse cuando tejen redes de colaboración entre personas, proyectos y generaciones.
Y cuando esas redes se construyen desde el liderazgo de mujeres rurales, el impacto se multiplica. Mujeres que traen nuevas formas de mirar, sentir y hacer. Que transforman el miedo en impulso y la distancia en vínculo.
En AlmaNatura creemos que emprender en el rural es una forma de sanar el “Gran Olvido“. Es recordar que la economía puede tener corazón, que la innovación puede ser comunitaria y que el liderazgo puede tener rostro femenino y rural. Beautiful Bees nace de esa misma convicción: la de crear una colmena internacional de mujeres rurales que, con sus proyectos, polinicen el territorio europeo con ideas sostenibles y con esperanza.
Cuando una mujer emprende en el rural, no solo cambia su vida, también regenera su territorio. Por eso seguimos impulsando programas que acompañan, forman y conectan a quienes saben que el rural no es pasado, es presente y futuro que late. ¿Te unes al reto?
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Un retiro de pintura que celebra la conexión entre arte y territorio, inspirando una mirada más consciente y donde reivindicar que “para pintar bien hay que pararse”.