Aunque es cierto que la revolución digital está llegando incluso a los lugares más recónditos, y el aumento del uso de nuevas tecnologías en las zonas rurales es considerable, la brecha digital rural sigue presentando desafíos. Conexiones que no llegan, peor servicio pero mismo precio que en las ciudades, incidencias que tardan días en resolverse, etc. Es una realidad con la que aún tenemos que lidiar quienes vivimos en los pueblos.
A pesar de ello, el uso de la tecnología no deja de crecer y, en los próximos años, se superará el poco más del 80% de media de uso de internet y otras tecnologías en el hogar. Sin embargo, aún existe una gran brecha digital con respecto al género, siendo las mujeres las que por lo general utilizan bastante menos los avances tecnológicos que los hombres, cosa que se da en mayor medida aún entre la población rural.
Recientemente, la FAO (el organismo dependiente de la ONU dedicada a la alimentación y la agricultura), ha realizado un estudio en países principalmente rurales, para detectar cómo incorporar las perspectiva de género en el uso de las tecnologías, analizando los beneficios que estos recursos pueden aportar al empoderamiento de las mujeres de las zonas rurales. En esta publicación, se recoge como, a pesar de las promesas de la revolución digital, las mujeres rurales todavía no tienen el mismo acceso y control de las tecnologías de información y comunicación que los hombres que habitan en los pueblos. El porqué es muy sencillo y lo tenemos bien presente, e implican a las características sociales y culturales del entorno rural: limitaciones de tiempo y movilidad, grandes cargas de trabajo dentro y fuera de casa, horas de cuidado de familia y personas dependientes, poca disponibilidad de recursos económicos propios, e incluso en muchos casos bajo nivel de educación.
Como sabéis, uno de los mayores proyectos que gestionamos es precisamente para mujeres rurales, GIRA Mujeres de Coca-Cola (el cual comenzamos en las próximas semanas la III Edición), gracias al cual hemos podido conocer la realidad de más de 5.000 mujeres. A través de la formación realizada con ellas, hemos podido detectar un gran déficit de habilidades tecnológicas, incluso en las mujeres con mayor nivel educativo y las empresarias nos damos cuenta de la necesidad de incidir más en las posibilidades que las nuevas tecnologías pueden aportar a sus negocios o ideas.
Pero si algo puede aportar el uso de las nuevas tecnologías a las mujeres rurales, es una salida a la situación de desigualdad que viven. La tecnología puede contribuir significativamente a superar los obstáculos anteriormente mencionados, así como a dotarles una mayor independencia para dirigir sus vidas.
Las nuevas tecnologías no sólo podrán ayudar al empoderamiento de la mujer rural, sino que además también podrán tener un gran impacto en la vida económica y la creación de riqueza del pueblo. En esta era digital que vivimos, es fácil darse cuenta de cómo son y van a ser las profesiones y los mercados del futuro. La tecnología ha supuesto un cambio de paradigma y, si no queremos que los pueblos desaparezcan, hay que intentar sumarse a ese cambio cuanto antes.
La agricultura y la ganadería, el creciente mercado de lo ecológico o el turismo, podemos considerarlos como los pilares principales de la economía rural, y precisamente ahí es donde se puede encontrar la oportunidad. Aplicar las nuevas tecnologías a los ámbitos económicos tradicionales, puede no solo mejorar los resultados, sino convertirse en un yacimiento más de empleo que regenere y reactive la economía y la vida rural.
Mujeres emprendedoras con experiencia tecnológica
En España nos encontramos con algunos ejemplos de mujeres que han decidido utilizar sus conocimientos y experiencia tecnológica, en los procesos de producción y comercialización de sus productos tradicionales, creando empresas rurales punteras en sus ámbitos.
Como por ejemplo, María Àngels Rial, procedente de Cardona (Barcelona) un pueblo de unos 4.770 habitantes, creó hace más de 20 años una empresa de producción porcina por medio de inseminación artificial, Semen Cardona, y a través de la mejora de los procesos de producción durante este tiempo incluyendo las nuevas tecnologías en los mismos, cuenta ahora con más de 80 personas de la zona trabajando, apoyando a la reactivación de su municipio.
En Carcaboso (Cáceres), un pequeño municipio de 1.123 habitantes, María Gloria Ramírez es otro ejemplo de cómo la innovación se puede encontrar en las zonas rurales. Su empresa, AVES Extremadura, nació con la idea de adaptar y personalizar vehículos (tanto nuevos como usados) a las necesidades específicas de sus clientes, de tal forma que pudiera ofrecer servicios lúdicos, sanitarios o formativos a la población, de forma cercana y directa. Tras años de trabajo e implicación en el entorno, se han convertido en empresa de economía social y siguen ampliando sus servicios.
Como podemos comprobar, las nuevas tecnologías, sumadas a buenas ideas y buena utilización de los recursos disponibles y los conocimientos previos, pueden suponer un impulso a las mujeres rurales, quienes tienen el poder de liderar el cambio de paradigma también en las áreas rurales, ayudando a reactivar sus pueblos y los alrededores.