Parece que por fin llega el verano, aunque se está resistiendo un poquitín. Aquí por el pueblo, ya se siente el espíritu de las vacaciones, hijos e hijas vuelven a casa de sus padres para aprovechar estas semanas de descanso y conectar con la sencillez más pura que ofrece un pueblo en vacaciones.
Niños y niñas de la ciudad juegan en las plazas y se siente más vida pues los gritos de alegría suenan hasta altas horas de la noche. También vuelven al pueblos antiguos vecinos que por diversas circunstancias abandonaron el pueblo pero cuentan los días para volver en verano para abrir sus casas, airearlas al igual que airean todas las anécdotas del año en las charlas al fresco en la puerta de cualquier casa.
Se aprovechan a mediodía las piscinas en una algarabía de risas, chistes y gritos de celebración de grandes y mayores acompañados de música del verano… en el pueblo sienten que puedes vestirse con cualquier cosa, pues aquí nada importa ya que conectas con tu esencia más profunda y por supuesto dejas el móvil a un lado, porque aquí el tiempo pasa más lento (bueno a parte de que si tienes suerte como hay más gente en el pueblo pues no tiene suficiente fuerza la línea de ADSL r.ural y los móviles no sirven para nada).
Una maravilla de vacaciones volver al pueblo….
Mientras tanto Manolo, el vecino que vive todos los días del año en el pueblo, se levanta a las cinco de la mañana para ir al descorche con la cuadrilla, con algunas ojeras del esfuerzo y del ruido de aquellos que vienen al pueblo por vacaciones.
Relativismo cultural y Etnocentrismo
Creo que esto nos suena mucho a aquellos que vivenciamos esta experiencia en esta época del año desde un lado u otro, como visitantes o habitantes del pueblo o de la ciudad. Dar la bienvenida a nuevas personas conocidas o desconocidas al pueblo es una maravilla, aunque a veces se vuelve difícil la convivencia cuando existe un choque de realidades. De esto y más, surge el relativismo cultural y el etnocentrismo aplicado al mundo rural.
He aprendido que estos dos conceptos, pueden ser limitaciones o frenos en la ruptura o actualización de los estereotipos del mundo rural. El concepto de Relativismo cultural surgió a principios del siglo XX por el antropólogo Franz Boas y hace referencia a las costumbres propias de una comunidad que son vistas con normalidad por aquellos que viven en ella pero desde fuera son percibidas como raras.
Por otro lado surge el Etnocentrismo, que es el sentimiento que generamos al considerar que nuestra forma de vida es superior a las demás. Es decir, pensar que una cultura puede ser el centro del universo y el único medio de desarrollo.
Por último y desde la antropología, también surge la teoría del buen salvaje como la nostalgia que experimenta la ciudad o el mundo industrializado por un modo de vida donde existe equilibrio entre el hombre y la naturaleza.
¿Son estos pensamientos un freno?
Te propongo un ejercicio muy sencillo para ver si ambos hemos entendido estos conceptos y lo podemos relacionar con el mundo rural y la situación que acabo de exponer al principio de este post. Solo tienes que relacionar cada uno de los ejemplos con los conceptos aquí tratados: Relativismo cultural, Etnocentrismo y el mito del buen salvaje:
- A las personas que vienen de la ciudad le puede resultar raro que un verano las personas del pueblo sigan trabajando cuando ellos vienen con ganas de ocio y tiempo libre.
- Las personas que vivimos en el mundo rural somos menos consumistas por la razón que existen menos servicios, cosa que cuesta de entender por aquellos que vienen buscando un Telepizza o un Zara en un pueblo de 1000 habitantes.
- Una familia con dos hijos en la ciudad se sienten atraídos y sueñan con la vida de pueblo, aquella donde el tiempo fluye con más lentitud.
- Para desarrollarse como persona y profesional tienes que irte a la ciudad.
Según Taylor un filósofo contemporáneo (1994), estos pensamientos pueden generar daño a una comunidad si el resto de las comunidades que la rodean, les muestra un reflejo o imagen limitada, sin oportunidades y con escasas posibilidad de desarrollo.
“Ni el pueblo es una recreación para muchos ni la ciudad es un supermercado para otros”
Entender cada cultura, buscar lo que necesitas en la tuya y respetar cada forma de vida, vayas donde vayas en vacaciones o en otras épocas del año, nos amplía las oportunidades de poder disfrutar de la diversidad como cultura y como individuos. Este verano haz un esfuerzo por entender que ya sea al campo, a la playa, al pueblo o a la ciudad, es necesario respetar y comprender cuales son los pensamientos y costumbres diarias para conseguir una integración mucho más respetuosa.
El mundo rural necesita poder romper con estereotipos, sentirse respetado y sobre todo valorado desde un punto de vista integral, no como el opuesto a la ciudad sino como identidad propia que busca una adaptación a las nuevas necesidades de sus habitantes, dejando un lado las exigencias de aquellos que creen que el pueblo existe como zona de recreo veraniego. ¿Cuáles son tus intenciones este verano?