Las pequeñas y medianas empresas (en adelante pymes) son un elemento fundamental del tejido económico y social de España. Tanto es así, que según el último dato del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, recogido en noviembre del recién pasado año, las pequeñas y medianas empresas (aquellas que cuentan con menos de 250 personas empleadas) representan el 98,9% del total del tejido empresarial de nuestro país.
Vemos así como las pymes, junto con la administración pública, vertebran de forma decisiva la economía y, en definitiva, el contexto social que les rodea. Aunque se cree que el papel de las pymes de forma individual tenga poca importancia en términos más globales, su actuación conjunta es vital para la creación de empleo, la protección del medio ambiente, el desarrollo social y económico de las regiones y localidades y, si tenemos en cuenta aquellas ubicadas en territorio rural, también para nuestro propósito, la fijación de la población rural.
Esta realidad pone de manifiesto la necesidad de que dichas empresas se suban al carro de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), ya que se encuentran en una posición privilegiada tanto para cuidar su entorno de una forma más directa y activa, como para aprovechar ese contacto más cercano con los agentes sociales y económicos que les rodean para construir una sociedad más equitativa y sostenible.
Quienes siguen nuestro trabajo y leen nuestro blog, conocerán sobradamente la multitud de proyectos que llevamos a cabo de la mano de marcas consolidadas como Coca-Cola (GIRA Mujeres) o Vodafone (RuralTIC), proyectos financiados a través de un modelo de RSE con una gran inversión. No vamos a negar que existen acciones concretas de mucho impacto que están al alcance únicamente de empresas que cuentan con recursos suficientes para llevar a cabo proyectos como los mencionados. Sin embargo, la falta de recursos económicos no puede ser excusa para no abordar problemas más cotidianos y desde un punto de vista más próximo a la sociedad, ya que el poder de cambio se encuentra, sobre todo, en la voluntad de hacerlo.
La RSE está al alcance de todo tipo de empresas, y fácilmente se pueden encontrar numerosos tipos de acciones y medidas que una pyme puede aplicar sin ningún tipo de dificultad. Para una pyme, la RSE pasa principalmente por revisar el propio modelo de negocio, que por realizar una acción concreta. En otras palabras, es posible desarrollar pequeños cambios en la propia empresa, que convierta el modelo de negocio en un modelo de gestión y desarrollo que genere un impacto positivo a nivel social y ambiental en el entorno en el que desarrolla su actividad.
Incluso la pyme juega en este aspecto con ventaja, pues los modelos de negocio sostenible en las pequeñas y medianas empresas, son mucho más efectivos e integrales, aprovechando la flexibilidad como una ventaja competitiva de este tipo de empresas. Aunque se cuente con recursos limitados, también el riesgo es limitado, y cualquier acción a llevar a cabo en una pyme, será más susceptible de tener éxito, pues es más sencillo controlar las variables y llevar a cabo las decisiones hacia la sostenibilidad.
Aunque este tema es tan amplio que podríamos escribir decenas de post sobre el mismo, y las medidas de RSE que podrá realizar cada pyme deben proceder del análisis interno y externo de cada caso, me parece más necesario poner ejemplos prácticos de medidas que una pyme puede poner en marcha en su ámbito de actuación, para poco a poco sumarse a la marea de empresas responsables.
Pero antes de todo, el principal paso que se debe dar es identificar a los grupos de interés (también llamados stakeholders) con los que la empresa se relaciona y que se ven en gran parte afectados por la actividad de la empresa (desde trabajadores y trabajadoras, hasta empresas proveedoras, instituciones con las que se relaciona, clientela, etc.). Para ello, mi compañera Lola Pelayo, nos ofrece aquí una sencilla guía que ayudará a las pymes que nos leen a identificar el público destinatario de sus medidas de RSE.
Una vez realizado el paso anterior, nos encontramos con un gran número de personas, empresas y entidades con las que las pymes trabajan día a día, para las que me atrevo a dar algunos ejemplos e ideas de medidas para poner en marcha un nuevo modelo de gestión responsable de la empresa que tenga un impacto sobre ellos:
Empresas proveedoras
Ser una empresa responsable, implica saber cuidar a sus principales aliados y aliadas. Acciones como realizar los pagos correspondientes en su momento o ser lo más transparente posible con ellos, no hará más que mejorar la relación y la confianza con las empresas proveedoras, provocando que ellas mismas funcionen de igual manera con otras empresas con las que mantengan contacto.
Además, sería muy adecuado contar con empresas proveedoras con las que la pyme comparta valores y principios, primando a ser posible aquellas que se encuentren en el mismo entorno de influencia, fomentando así el empleo local y el desarrollo económico de la región.
Trabajadores y trabajadoras
Además de políticas más comunes que impliquen una mayor flexibilidad y conciliación personal y profesional de las personas que trabajan en la pyme, existen otras acciones que además les implicarán en la propia filosofía o propósito de la empresa.
Implantar programas de voluntariado corporativo, como del que ya hemos hablado por aquí largo y tendido, o invertir el tiempo necesario en la formación de las personas que trabajan en la empresa, no sólo convertirá a la pyme en un lugar deseable donde trabajar, sino que además aumentará el sentimiento de pertenencia de esas personas hacia la empresa.
Clientes y clientas
Incluir a los y las clientas en la lucha de la pyme por la sostenibilidad ambiental, puede ser una gran baza que apoye la consecución de este objetivo. Concienciar a las personas que consumen el producto o servicio que ofrece la pyme, sobre el consumo responsable del mismo, e incluso facilitar el retorno de envases o materiales susceptibles de ser reciclados, será de gran ayuda a la reducción de residuos que la empresa pueda producir, pero además incitará a la sensibilización ambiental de esas personas, produciendo un efecto multiplicador muy positivo.
Empresas coopetidoras
En muchas ocasiones la unión hace la fuerza, y la cooperación empresarial es una herramienta cada vez más utilizada para abordar proyectos de mayor complejidad. Como hemos dicho anteriormente, una de las limitaciones que las pymes tienen para aplicar políticas de RSE es la falta de recursos, por lo que la unión de dos o más empresas de un mismo sector (o diferente) en un proyecto común de RSE, multiplicaría su impacto.
Comunidad
La implicación de la empresa en el entorno en el que ejerce su actividad económica, puede ser tan importante como cualquier otra relación con los demás grupos de interés, pues necesariamente se podrá convertir en una entidad de referencia en el municipio o la región. Colaborar con las actividades culturales y lúdicas del pueblo, participar en los consejos sectoriales del Ayuntamiento de la localidad, ser parte activa en las asociaciones empresariales de la región, etc. En resumen, apoyar las iniciativas no empresariales que busquen el desarrollo integral del entorno, para así devolver el apoyo que la pyme recibe del municipio o región para su propia viabilidad, que en definitiva es la esencia de la RSE.
Como podemos comprobar, aplicar políticas de responsabilidad social empresarial en la pequeña empresa, tiene más que ver con una redefinición de los valores de la empresa, que con la disponibilidad de recursos económicos. Lo expuesto anteriormente, son meros ejemplos e ideas que deben ser adaptadas a la realidad de cada empresa, para definir su propia estrategia de RSE. Poniendo el foco en conseguir un modelo de negocio más responsable, se conseguirá un mayor y mejor impacto en el territorio de acción de la pyme.