Retomando un poco algún comentario que mi compañero Isra recibió en su post “Volver al pueblo no es de fracasados”, hoy quiero hablar sobre la inmigración y los beneficios que pueden suponer a los pueblos. Algunas de las aportaciones que nos han ido haciendo a través del blog, señalan la oportunidad que puede suponer la unión de dos realidades; por un lado la despoblación de los pueblos, y por otro lado la situación de las personas refugiadas; fomentando la acogida de estas personas en lugares en riesgo de despoblación, solucionando así ambos problemas. Las propuestas, que ciertamente suponen una buena idea que madurar para intentar darle salida, me han traído a la cabeza varias reflexiones sobre las oportunidades sociales que implica el aumento de la inmigración en los pueblos.
A diferencia de lo que suele considerarse, cada vez más y especialmente a raíz de este periodo de crisis en el que nos encontramos, se denota una tendencia hacia una sociedad más racista o al menos más explícitamente xenófoba. Sin embargo, las migraciones pueden resultar y (y han sido siempre, especialmente en Andalucía) un elemento esencial para el crecimiento y el desarrollo de las comunidades y los pueblos, enriqueciendo tanto al destino como al origen de la persona que emprende el proyecto migratorio.
Migraciones en España
El hecho de la inmigración en España es algo que no viene desde muy lejos, ya que, realmente, en nuestra historia ha habido más movimientos migratorios de salida del país, emigraciones. Comenzando por la Edad Media con salidas hacia las colonias en América, siguiendo con las grandes emigraciones hacia Sudamérica y el norte de África desde la segunda mitad del siglo XIX, o las salidas hacia otros países Europeos en los años 60 del siglo XX, y finalizando con la actual “fuga de cerebros”, personas con alto nivel de estudios que va a otros países europeos en los que puedan desarrollar más satisfactoriamente sus carreras profesionales. En cambio, la inmigración es un hecho que se viene dando sólo desde finales de los años 90, motivado por el atractivo que suponía España en esa época de bonanza como puerta hacia la Unión Europea. Por desgracia, esta tendencia se viene revirtiendo desde el año 2011, perdiendo cada vez más y más población en el país, provocado tanto por la comentada “fuga de cerebros”, como por la pérdida de atractivo que empiezan a suponer los países del sur de Europa en favor de otros del centro y el norte europeo.
Impacto positivo de la inmigración al pueblo
El principal impacto sería la difusión en el país de origen de una serie de modelos, normas y valores que los migrantes experimentan en el destino. Cuando la persona llega al país de destino y consigue adentrarse en todos los aspectos de la vida cotidiana del mismo, seguramente mantenga el contacto con sus familiares y amigos en el origen. Por lo tanto, se convierte en protagonista y embajador de la dos culturas a las que se expone en su día a día. Además, también favorecerá a las comunidades de origen; un descubrimiento de otras posibilidades y opciones de vida, que podrían ayudar al desarrollo de las mismas.
Al igual que se espera que con el contacto de la persona con su comunidad de origen le reporte ciertos beneficios a ésta, es lógico considerar que la persona también ayude a crear nuevas dinámicas en el destino. Gracias a las migraciones, la diversidad étnica y cultural aumenta con creces en aquellos lugares de destino, donde además también pueden aparecer nuevas realidades demográficas, económicas y culturales. En el caso de los países de Europa por ejemplo, las migraciones ayudan al rejuvenecimiento de la población, ya que se trata de países muy envejecidos y con baja natalidad; situación que se soluciona en gran parte gracias a estos movimientos de personas pues, según los datos del INE más del 52% de la inmigración extranjera en España, es menor de 30 años.
Tomando como referencia los dos párrafos anteriores, me parece importante destacar un impacto más que positivo que las migraciones hacen a los modelos y valores relativos a la forma de vida de parte de los países origen; se trata de los cambios de roles de las mujeres y la salida, aún muy paulatina, del paternalismo característico de muchas culturas. Poco a poco se van feminizando las migraciones, cada vez son más las mujeres que, incluso aquellas que no tienen cargas familiares, emprenden un proyecto migratorio y se trasladan hacia destinos donde encuentran mayor ‘libertad’ que de donde proceden.
La importancia de desmitificar a la población inmigrante
Pero por desgracia, como comentaba al principio, cada vez nos encontramos con más actitudes racistas en nuestra sociedad, pues se tiende a culpar a la persona inmigrante de muchas de las problemáticas más comunes de la clase trabajadora: “los inmigrantes saturan la sanidad y abusa de los servicios”, “vienen porque la sanidad es gratuita y se aprovechan del sistema”, “reciben más ayudas públicas”, “la violencia machista ha aumentado por culpa de los inmigrantes”, etc. Son comentarios que seguramente todas las personas habremos escuchado o incluso dicho, conversaciones que solemos tener que no hacen más que crearnos poco a poco un sentimiento de rechazo absoluto a la persona que viene de fuera. Ideas que distan mucho de la realidad, pero que van permeabilizando en el ideario del ciudadano de a pie que, por desgracia, da por ciertas afirmaciones de ese tipo. Por ejemplo, tan sólo el 6’5% del gasto público en sanidad, es destinado al colectivo inmigrante; tan sólo el 12,6% de las personas usuarias de servicios sociales en España, son de fuera de la Unión Europea; y más del 70% de las personas condenadas por violencia machista son españolas.
Para desmitificar estas y otras graves creencias que pululan por nuestras cabezas, nació hace unos años “Stop Rumores”(de donde además hemos obtenido los datos anteriores), una estrategia de impacto comunicativo y social, promovida por la Federación Andalucía Acoge, que tiene como objetivo luchar, de forma sostenida en el tiempo, contra los rumores y estereotipos negativos que dificultan la convivencia en la diversidad en Andalucía y Melilla.
Su trabajo es totalmente a través de las redes sociales donde, gracias a la formación e implicación de “Agentes Antirumores” que adopten una actitud activa para combatir los rumores y estereotipos en sus entornos locales y cercanos.
Desde Almanatura, os animamos a convertiros en verdaderos “Agentes Antirrumores” y colaborar en hacer la vida un poco más fácil a aquellas personas que tuvieron que dejarlo todo atrás para poder tener una vida.