Esta semana se ha celebrado el Día Internacional de la Mujer, y ya conocéis la apuesta de AlmaNatura por construir una sociedad equitativa. Quizás el proyecto más destacado en esta línea, aunque no el único, sea GIRA Mujeres de Coca Cola, que ya se encuentra en su quinta edición y que, con un formato renovado, sigue fomentando el empoderamiento personal y profesional de la mujer.
De este proyecto ya hemos conocido el impacto que ha generado en sus distintas ediciones, hemos conocido a sus ganadoras y el testimonio de las mismas años después de su paso por el proyecto, pero hoy vamos a seguir sumando desde otro prisma. Vamos a conocer con mayor profundidad a alguien que tenemos muy cerquita, y que tiene mucho que decir sobre este proyecto por su triple perspectiva. Se trata de Inés García, actual coordinadora del proyecto, facilitadora en ediciones anteriores y mujer emprendedora.
- Remontándonos a la etapa en la que tomas la decisión de emprender, ¿cómo la recuerdas? ¿Qué te llevó a ello?
La decisión de dar el paso al frente fue un momento de sentimientos encontrados. Decidí aparcar una trayectoria profesional sin pasión para probar si yo misma podría dar con ese entusiasmo añorado. Ahora bien, dejar un trabajo en el año 2012 con una crisis emergente, tampoco era nada deseado desde mi entorno. No obstante, la balanza se declinó hacia el desarrollo de mi propio emprendimiento pues, para mí, ser empresaria ha sido siempre un objetivo a alcanzar para el que no encontraba el momento.
Lo que me empujó a ello fue poner todas mis energías y conocimientos en un proyecto propio y crear una red de contactos para reconocer a personas valiosas con cosas importantes que contar y ser escuchadas. Cada uno de nosotros tenemos una historia de vida que contar, un acontecimiento (o muchos) que han sido parte fundamental a lo largo de nuestra existencia: eventos desagradables, acontecimientos, traumas, complejos, experiencias frustrantes… Pero también experiencias agradables y fructíferas.
Hablar de uno mismo no es sencillo (tampoco para mí), pero sí quería conseguir dar esa visibilidad al talento sin tener que recurrir a las grandes estrellas o caras reconocidas.
- ¿Cuáles eran tus principales miedos?
De primeras me vi ante el desconocimiento del mundo empresarial, pues sólo coqueteé con el emprendimiento en una asignatura optativa durante la carrera universitaria sobre creación de empresas.
Las primeras semanas de trabajo en mi proyecto estuvieron protagonizadas por el miedo al fracaso. Pensar en él era que me inundara una vergüenza intolerable y la angustia de perder el tiempo, la posibilidad de volver al mercado laboral tras el “parón emprendedor” y fallar a personas que creen en mí.
Pero salí a flote. El miedo al fracaso tiene su origen en nuestro ego. Pensamos que si fracasamos hemos perdido nuestra credibilidad, pero aun así comencé a plantearme: “de aquí a 10 años, ¿me arrepentiría de no haber tomado esta decisión? Y si fracaso, ¿qué pasará?”
Recomiendo pensar en la posibilidad del fracaso como una oportunidad para intentar algo nuevo. Si no funciona, entonces será el momento de intentar otra cosa.
- Como facilitadora de un proyecto dirigido a otras mujeres emprendedoras, ¿te sentías reflejada en ellas? ¿Compartían esas mujeres los mismos miedos e incertidumbres que tú sentías?
Recibir a las mujeres rurales en cada sesión era emocionante porque era revivir los momentos tempranos cuando te sientes más perdida, momentos de desconfianza sobre si la persona que me recibe realmente va a entender mi situación.
Hay que tener gran sensibilidad en el trabajo de facilitación porque en las sesiones hemos llegado a conseguir romper barreras personales, que las mujeres reconozcan sus obstáculos ante la falta de confianza y autoestima, y que vean la oportunidad de hacer visibles sus talentos. Siempre me ha impactado este efecto inmediato en las mujeres y el poder transformador de iniciativas como la de GIRA Mujeres.
- ¿Qué aprendizajes de tu propia experiencia has compartido con ellas y has sentido que han valorado más?
El ejemplo propio de haber pasado por la experiencia emprendedora daba mucha credibilidad al trabajo que hacíamos durante las sesiones. Sentían que se les hablaba desde la verdad por haber pasado y vivenciado lo que ellas estaban iniciando.
La oportunidad de conocer cientos de casos me han devuelto y reconocido que las llaves de la autodeterminación, la actitud y la proactividad son claves para nuestro desempeño como mujeres profesionales.
- Haciendo un repaso a tu trayectoria, y sumando tu puesto actual como coordinadora, ¿qué importancia crees que tiene un proyecto que apoye los primeros pasos de las mujeres que se están planteando emprender?
Es una potente herramienta para los territorios, pues se genera un impacto tanto económico como social. Las mujeres han mostrado gran interés en los proyectos de énfasis social, algo que va alineado con las tendencias económicas a nivel mundial y que determinan aportes, como en el reto demográfico, en el que es determinante el papel de la mujer como agente de cambio en su entorno y nexo para mejorar la fijación rural.
El apoyo a mujeres con iniciativas para el impulso emprendedor contribuye a crear riqueza, cambiar la imagen de las mujeres emprendedoras y a que éstas, tras lograr cierto nivel de éxito, fomenten el emprendimiento entre mujeres y se conviertan en referentes dentro de su entorno.
- ¿Cuáles son las principales áreas en las que se debe seguir poniendo el foco para afianzar el emprendimiento femenino en el entorno rural y conseguir una sociedad más equitativa?
La autoestima, romper con los roles preestablecidos, redirigir las expectativas de los emprendimientos hacia un desarrollo empresarial y no contemplarlo solo como ingreso extra, investigar y probar nuevos formatos de financiación —como Microwd—, fomentar la visibilidad de otras mujeres que ya están consiguiendo grandes hitos para inspirarnos en ellas… Lo cierto es que no hay una receta para crear programas que resuelvan la desigualdad de género. Un asunto multidimensional como este está profundamente arraigado en estructuras económicas y culturales de la sociedad y requiere enfoques integrales y específicos para cada región.
El sector privado , junto con ONGs y gobiernos, es un actor clave para atender las causas variables de la desigualdad de género. En otras palabras, lograr la igualdad y el empoderamiento femenino rural es un desafío que requiere la intervención sinérgica de diversos actores.
Y con esta reflexión y apuesta por las alianzas nos quedamos, sin olvidar que a todo esto debemos seguir sumando nuestro esfuerzo personal, nuestra determinación, nuestra capacidad de superación y nuestro talento, no solo hacia el emprendimiento, sino también hacia esa sociedad en la que no sea el género el que condicione nuestras decisiones.
Hola. Q m gustaría poder participar en los proyectos. Donde pueda yo realizar tipos de desarrollo laboral como mujer… Para tener otro cambio s en la vida…!
Gracias…!!!