Participación infantil para asegurar la existencia de los pueblos

La participación de los niños, niñas y adolescentes de la localidad tiene que ser uno de los pilares de las políticas públicas en todo proceso de fijación de población rural.

Imagino que todos y todas estaremos de acuerdo en que, el futuro, sin niños y niñas, no tiene futuro. Si vives en una ciudad, seguramente nunca te hayas parado a pensar en si hay menores por la calle, simplemente es un hecho el imaginarnos que están en sus casas, colegios, jugando a la videoconsola, o realizando diversas actividades extraescolares en las que estarán inscritos o inscritas. Pero cuando uno vive en un pueblo, si dejas de ver niños por la calle, en las plazas o en los parques, es una muy mala señal; indica que, seguramente, el pueblo esté en vías de desaparición.

Más allá incluso de la importancia que la natalidad tenga para contrarrestar el acuciante envejecimiento de la población, así como para el mantenimiento del sistema de pensiones. La presencia de niños y niñas asegura la existencia de los pueblos.

La mayoría de las políticas, programas y proyectos que buscan fijar población rural, suelen tener como protagonistas a las personas jóvenes, incentivándolas a buscar empleo, participar, o emprender en sus localidades. Estas acciones son realmente útiles y muy necesarias, lo estamos comprobando día a día gracias al proyecto “¿Qué vas a hacer con tu vida?” que, como ya Israel contó por aquí, estamos llevando a cabo junto con la Mancomunidad de la Subbética cordobesa; pero no podemos quedarnos ahí.

Los y las jóvenes del futuro, son los niños y niñas de hoy, y sólo implicándoles en el día a día de los pueblos podremos conseguir que, cuando crezcan, no deseen más que quedarse y colaborar en el desarrollo de los mismos. Si apostamos hoy por la mejora de la infancia en nuestros pueblos, conseguiremos unas mejores comunidades presentes y futuras, en las que además los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas se puedan desarrollar satisfactoriamente.

El programa Ciudades Amigas de la Infancia

En relación precisamente con el cumplimiento y desarrollo de los derechos, UNICEF Comité Español, impulsó en 2001 el Programa Ciudades Amigas de la Infancia, en colaboración con el Ministerio de Sanidad, Políticas Sociales e Igualdad; la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y el Instituto Universitario de Necesidades y Derechos de la Infancia y Adolescencia (IUNDIA). Este programa busca el impulso y la promoción de la Convención sobre los Derechos del Niño en el ámbito local, a través de tres objetivos clave:

  1. Impulsar la adopción de Planes de Infancia Municipales eficaces, que promocionen el desarrollo de la Convención Sobre los Derechos del Niño. Dichos planes han de contar con mecanismos de seguimiento y dotación de recursos.
  2. Promover el trabajo en Red de UNICEF Comité Español con las Entidades Locales, y de estas con diversos actores públicos y privados presentes en su territorio.
  3. Promover la participación de los niños y niñas en la vida pública municipal a través de los Consejos de Infancia.

En la Convención de los Derechos del Niño, se establecen tanto la libertad de expresión, así como la libertad de dar su opinión y la participación en la vida cultural de la comunidad, como derechos que todo y toda menor ha de tener. Derechos que se desarrollan sobre todo dentro de ese último objetivo, el cual creo que se convierte en la clave para no sólo desarrollar la infancia de la localidad, sino también para mantener viva la misma.

Participación infantil como clave para mantener vivos los pueblos

La participación de los niños, niñas y adolescentes de la localidad tiene que ser uno de los pilares de las políticas públicas en todo el proceso, desde que se planifican hasta que se evalúan las acciones. Los y las menores son ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho al igual que las personas adultas, por lo que sus voces deben tener el mismo valor y las mismas oportunidades de ser escuchadas, independientemente de su etnia, religión, género o edad.

Nuestros pueblos, deben promover acciones educativas y de sensibilización que propicien una cultura de la participación ciudadana entre los niños, niñas y adolescentes de la localidad; así como dotar de espacios de encuentro, debate, reflexión e intercambio a las personas con interés en la participación ciudadana; además de fomentar nuevas iniciativas entre los y las menores para que desarrollen la participación y el asociacionismo.

Para ello, se pueden desarrollas acciones como la creación de un Consejo de Infancia y Adolescencia. Esta herramienta se trata de un órgano participativo de consulta, evaluación y proposiciones en la que algunos niños, niñas y adolescentes de la localidad representan al conjunto de la infancia del municipio; órgano en el cual se debaten, y deciden aquellos asuntos municipales que puedan afectar en menor o mayor medida a los niños y niñas de la localidad. Este Consejo puede llegar incluso a suponer una herramienta con repercusión directa en las comunidades donde se desarrolla, aumentando así la participación de toda la población en los asuntos que más interesan a los niños y niñas; además de fomentar el pensamiento crítico y el análisis desde una perspectiva más amplia de los temas y los problemas que los y las menores consideren de importancia.

A través de acciones de este tipo en los pueblos, conseguiremos que niños y niñas aumenten su sensación de pertenencia, que se sientan que forman parte de algo que además tiene en cuenta su voz y trabaja en las necesidades que perciben como ciudadanos y ciudadanas. Se convertirán además en personas más responsables, al conocer de primera mano los entresijos de la gobernanza de la localidad, aprendiendo además a valorar y a apreciar mucho más la misma. Si el pueblo, poco a poco se va adaptando a las necesidades, deseos e inquietudes de los niños y niñas que viven en él, no necesitarán irse para no volver cuando crezcan, sino que se irán para volver con más aprendizajes y herramientas y, así, seguir construyendo la comunidad que ayudaron a construir.

Pero no debemos quedarnos ahí simplemente, se trata de trabajar no sólo con los y las menores, sino también con el medio con el que interactúan y en los que se desarrollan (familia, escuela, administración local, etc.), teniendo en cuenta tanto a las personas, como a las relaciones existentes entre ellas, fomentando así la participación y la comunicación en y hacia todos los niveles.

Y es que, en definitiva, haciendo a los niños y niñas del pueblo partícipes de todo lo que allí acontece y que además les afecte de alguna manera, es la única forma de hacerles sentir parte del mismo, de hacerles ver que sus voces son escuchadas y que, a través de la participación en la comunidad, pueden conseguir cambiar y adaptar aquellos aspectos que les interesen. Sólo de esta manera, conseguiremos que los ahora niños y niñas de nuestros pueblos, no deseen hacer la maleta para no volver cuando sean adultos.

Os dejamos con un pequeño ejemplo de las Ciudades Amigas de la Infancia que hay en la provincia de Sevilla.

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