La sociedad no para de cambiar, en parte por el vertiginoso avance al que las nuevas tecnologías nos tiene acostumbradas. El problema está en que esos cambios terminan dejando a algunas generaciones e instituciones en la estacada, creándose una desconexión muy grande entre el avance y la población.
Como educador que soy, cuando pienso en una figura a la que le cuesta realmente adaptarse a los cambios y las nuevas necesidades de la población, no puedo más que poner el punto de mira en el sistema educativo. Como características básicas con las que lo describiría, muy a mi pesar, lo primero que me viene a la cabeza son dos adjetivos, que además son los que terminan provocando esa desconexión con la sociedad actual: lento y politizado.
Lento porque parece no ser capaz de lidiar con el presente, con lo que está ocurriendo en el momento, por lo que termina formando a las nuevas generaciones con conocimientos que, cuando salen del sistema, ya están desfasados. Lo de politizado, creo que es bastante evidente: España es uno de los países donde mayor número de leyes educativas ha habido en los últimos años de toda Europa, leyes que prácticamente se han ido sucediendo al mismo ritmo que los cambios de gobierno. Al unir estas características, nos encontramos con un sistema educativo que prepara a las personas para un futuro con el que no se van a encontrar, en el que además serán formadas siguiendo unas directrices políticas, con un claro interés transversal dependiendo de quién gobierne en el momento.
Seguramente, todas las personas que nos leéis estaréis pensando en la necesidad de un cambio en todo el sistema educativo, un cambio que, mínimo, debería llegar de la mano de un pacto estatal por la educación, que la deje totalmente libre de intereses políticos y que se centre de verdad en buscar lo mejor para las nuevas generaciones. Un cambio que permita enseñar las herramientas necesarias para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente y tener un futuro prometedor. Sin ello, España siempre terminará estando a la zaga en educación, como bien explica UNICEF en este artículo donde alerta de las desigualdades del sistema educativo.
Con la idea de comenzar a sentar unas bases para ese cambio, os traigo hoy algunas ideas clave de hacia dónde creo que debería dirigirse la educación y qué contenidos podríamos comenzar a implementar:
- Conocimientos, capacidades y competencias: La siguiente cita atribuida a Benjamin Franklin, uno de los fundadores de los Estados Unidos de América, no podría ser más acertada para lo que busco explicar: “dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Desde el colegio hasta la Universidad, no recuerdo más que clases y clases en las que el profesorado suelta su discurso, coges apuntes o el libro para estudiar, haces un examen y listo. Aunque en los últimos años parece que el funcionamiento ha ido cambiando poco a poco, dejando un poco más de espacio para desarrollar competencias y capacidades, debemos hacer un esfuerzo extra en desarrollarlas, hacer de la enseñanza algo más práctico; y dotar a las actuales y futuras generaciones de las herramientas necesarias para su autonomía.
- Reciclaje y formación del profesorado: Para que lo anterior pueda llevarse a cabo, hay que salvar la brecha generacional que existe entre educadores o educadoras y el alumnado. La formación continua en un mundo tan cambiante es crucial, pues permite al profesorado adaptarse a las nuevas necesidades de sus alumnos y alumnas, así como a nuevas técnicas y metodologías de enseñanza. Con un reciclaje continuo, no sólo tendremos mejores profesionales educativos, sino también futuros profesionales con mejor adaptabilidad al cambio.
- Inclusión de nuevas tecnologías y nuevos empleos: Según algunos medios y expertos, más del 70% del empleo futuro aún no existe, mientras que otros empleos se van perdiendo con la gran incursión de las nuevas tecnologías. Es necesaria una educación dirigida hacia el futuro, en el que sean las propias personas quienes puedan incluso crear sus propios empleos a través de la detección de necesidades y oportunidades que el medio les ofrezca.
- Participación y Emprendimiento: La infancia y la adolescencia son etapas vitales en el desarrollo de las persona, por ello enseñarles la importancia de participar y emprender los propios proyectos de futuro. Inculcar a las personas la importancia de la participación y el emprendimiento social, es alentar a la organización y el liderazgo de iniciativas de transformación social, hacer que niños, niñas y adolescentes se conviertan en agentes sociales en su contexto, asegurando un futuro más adaptado a sus necesidades.
- Sostenibilidad: Precisamente este otoño estamos notando mucho más que nunca el cambio climático, por ello, si queremos tener futuro como sociedad, debemos poner el foco en los problemas ambientales y su carácter global, así como en las acciones presentes y su vinculación con las repercusiones futuras en el medio. Aumentar la información y las prácticas en sostenibilidad, aumentará la implicación de las personas en ella, asegurando así un futuro para el mundo.
- Creatividad: Educar a personas creativas es educar a personas valientes, con ganas de probar, experimentar y evaluar. La creatividad es una capacidad que invita a la transformación social, pues permite observar el mundo que nos rodea con apertura, con curiosidad y, por supuesto, saber responder de manera diferente, planteando soluciones novedosas a las nuevas problemáticas a las que nos enfrentamos día a día. Educar la creatividad facilitará esa adaptación al mundo cambiante en el que vivimos actualmente.
- Pensamiento crítico: En una sociedad tan infoxicada como la nuestra, en la que tenemos grandes cantidades de información a nuestro alcance, es muy necesario trabajar la capacidad de discernir entre qué es verdad y qué no, así como entre lo que nos resulta realmente útil, o es simplemente un intento de manipularnos como ciudadanos. Desarrollar el pensamiento crítico nos da la capacidad de poder pensar por nosotros mismos, algo extremadamente útil en los tiempos que corren y, sobre todo, en los que vienen.
Para poder tener una sociedad mejor en el futuro, tenemos que sentar unas bases adaptadas a las necesidades actuales, y además debemos tener la capacidad de adelantarnos y adaptarnos a lo que está por llegar. Quizá a muchas personas nos resulte que vamos tarde, pero las generaciones venideras tienen el poder de hacer de este mundo un lugar con futuro.