La subalimentación crónica en el mundo aumentó hasta los 815 millones

Elegir una alimentación responsable es apostar por la salud y el Medio Ambiente.

Diciembre es casi sinónimo de Navidad. En esta época del año es cuando el consumo se dispara, ya de por sí muy elevado en las sociedades del primer mundo. En Navidad se da el pistoletazo de salida para comprar y consumir con desenfreno y por supuesto participar en todo tipo de eventos, fiestas, reuniones en las que abunda la comida y la bebida. La Navidad es la excusa perfecta, pero el resto del año seguimos consumiendo sin atender a las consecuencias de:

  • Tener todo tipo de comida disponible durante todo el año, aunque nos sea de temporada (frutas, vegetales y pescados).
  • Obtener nuestra comida siempre empaquetada y emplasticada.
  • No tener información sobre el recorrido que hace la comida que consumimos desde el lugar donde se produce.
  • Permitir que las etiquetas de los productos no tengan una información clara con respecto sus ingredientes o su procedencia.
  • No poder decidir sobre el consumo de alimentos modificados genéticamente.
  • Consumir todo tipo de comidas preparadas, congeladas, y fast food por no tener tiempo para cocinar alimentos sanos.
  • Tirar a la basura 670 millones de toneladas de comida al año.

Una alimentación responsable es aquella que elegimos para ser coherentes con nuestra salud, con la sostenibilidad del Medio Ambiente y con la situación social global del mundo en que vivimos. Quizás lees esto mientras desayunas, comes, cenas o picas algo, porque siempre hay algo ideal para “picar” en cualquier momento. Si realmente tenemos en cuenta que comer es algo que hacemos todos, varias veces al día, y el número de millones de seres humanos que habitamos el planeta, veamos que implica, a distintos niveles, la elección de lo que ponemos en nuestro plato:

Salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que 1/3 de las enfermedades se deben a causas ambientales, entre las que se encuentran los hábitos alimentarios. Y esta cifra se puede elevar hasta el 40% en el caso de la infancia. Mi opinión es que esta cifra está muy por debajo de la real pero que la OMS, en un ejercicio de responsabilidad, prefiere no alarmar a la población. ¿Acaso no sabemos la relación que existe entre nutrición y salud? ¿No es alarmante el contenido de los carros de la compra en la cola del supermercado? No hace falta ser un especialista en nutrición para saber qué cosas no deberíamos comprar, consumir ni comer. Actualmente tenemos un nivel de salud muy por debajo de las generaciones anteriores, aunque los avances médicos y tecnológicos nos hagan creer lo contrario.

Medio Ambiente

Actualmente España atraviesa una temporada de sequía que está afectando gravemente a la agricultura y a la ganadería. Nadie se hace verdaderamente responsable de un problema que nos atañe a todos. Si bien es cierto que las sequías, huracanes y terremotos vienen completando ciclos naturales en nuestro planeta, la evidencia de un cambio climático que potencia en este tipo de desastres naturales es cada vez mayor. No todo el mundo es consciente de que:

  • La ganadería genera más gases de efecto invernadero que todo el tráfico rodado del mundo.
  • Se necesitan entre 1 y 3 toneladas de agua para producir un kilo de cereal y hasta 15 toneladas de agua son necesarias para producir 1 kg de carne de vacuno.
  • El principal factor de la deforestación en el mundo es la necesidad de espacio para actividades agrícolas.
  • La pesca insostenible e ilegal es unos de los factores que más amenaza nuestro ecosistema marino. Además, el 90% de las poblaciones de peces del mediterráneo están sobreexplotadas.

Situación social global

Amigos de la Tierra Europa, junto a la Fundación Heinrich Boll y la Fundación Rosa Luxemburgo han publicado el Atlas de la Comida, una exhaustiva investigación en la que se muestra cómo la producción de alimentos en el mundo está monopolizada por cada vez menos empresas y cada vez más grandes, a lo largo de toda la cadena alimentaria. Según se advierte en el informe esta tendencia amenaza la capacidad de elección de las personas consumidoras, el empleo y las condiciones laborales en la industria agroalimentaria, así como a la producción de alimentos en el futuro.

El pasado mes de septiembre la FAO ha publicado el informe anual sobre El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el mundo. Entre los mensajes clave de dicho informe encontramos que en 2016 el número de personas aquejadas de subalimentación crónica en el mundo aumentó hasta los 815 millones (en comparación con los 777 millones de 2015), aunque esta cifra todavía sigue siendo inferior a los cerca de 900 millones registrados en el año 2000. Además, en el mundo concurren múltiples formas de malnutrición, y hay países que registran de forma simultánea elevadas tasas de desnutrición infantil, anemia entre las mujeres y obesidad adulta. Estos problemas se ven agravados por el aumento de las tasas de sobrepeso y obesidad. El exceso de peso y la obesidad aumentan en la mayoría de las regiones en el caso de los niños, y en todo el mundo en el caso de los adultos. En 2016, 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. La FAO advierte que será difícil lograr el objetivo de un mundo sin hambre ni malnutrición para 2030: conseguirlo exigirá renovar los esfuerzos mediante nuevos métodos de trabajo.

Soluciones

Las soluciones a los retos que se nos plantean en el panorama actual no son nada sencillas. Si el consumo alimenticio de España volviera a los patrones de la dieta mediterránea de antaño, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de alimentos bajaría un 72%, el uso de tierras agrícolas se reduciría un 58%, el consumo de energía disminuiría un 52% y el de agua un 33%.

La innovación y los cambios en los sistemas agrícolas deben proteger y mejorar los medios de vida rurales, la equidad y el bienestar social. Mientras se implantan estas medidas y se intenta alcanzar un objetivo que se planteaba como deseable (erradicar el hambre en el mundo) y ya se está convirtiendo en esencial porque va a afectar a un mayor número de personas en el futuro, preguntémonos qué podemos hacer nosotros cada día para ser más responsables con lo que ponemos en nuestro plato. Por nuestra salud, por los demás y por nuestro planeta.

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