Me atrevería a asegurar que, desde que nos levantamos por la mañana, hasta que nos metemos en la cama por la noche, todas las personas del mundo aprenden algo nuevo. Sea consciente o inconscientemente, las personas estamos hechas para aprender, proceso que estamos realizando continuamente. Y es que parece que el dicho de “nunca te acostarás sin saber una cosa más”, es de los más reales que he escuchado nunca. Hablando de no parar de aprender y tras varios post dedicados por mi parte a la Educación, uno de nuestros pilares básicos de intervención en AlmaNatura, ya es hora de dedicar aunque sea una pequeña reflexión a los Centros de Personas Adultas, lugares donde se cumple una de las mejores y más ambiciosas metas del ser humano: el desarrollo y la realización personal. Y esto, a través de la Educación.
Como sabréis, las Escuelas o Centros de Personas Adultas, nacen con el objeto de continuar o especializar el proceso formativo de la persona más allá de los años de enseñanza obligatoria en la adolescencia y juventud. Se trata de unos lugares a través de los cuáles las personas adultas pueden desarrollarse persiguiendo cualquier objetivo, ya sea conseguir una capacitación profesional o simplemente realizar un aprovechamiento más inteligente del tiempo libre.
La Educación de Personas Adultas pasa a ser así la educación de las segundas oportunidades, permitiendo a aquellas personas que no pudieron prepararse en la edad que la sociedad marca para ello, así como a aquellas que habiendo tenido esa primera oportunidad, deciden aventurarse en el viaje del desarrollo personal y el empoderamiento autónomo.
A través de este proceso educativo, no sólo se consigue llegar a obtener competencias básicas para poder obtener un título. En un Centro de Personas Adultas se puede aprender inglés o francés, informática, o una titulación básica pero, sobre todo, se abren puertas y se crean oportunidades.
Pero como todo servicio o institución dirigida a mejorar la vida de las personas como individuas, también afectará positivamente a toda la comunidad en la que esté inmersa. De hecho, si existe un lugar donde un Centro de Personas Adultas deja huella y fortalece a todas las personas de alrededor, es en un pueblo. Los recursos educativos en un pueblo son vitales para su supervivencia. No sólo el colegio o el instituto, en el caso en que lo haya, sino también el Centro de Personas Adultas, pues el derecho a la educación y la inquietud de aprender, nunca desaparecen se tenga la edad que se tenga. Así que por eso, he hecho un pequeño repaso de los beneficios que considero que un centro educativo de este tipo trae a un pueblo.
¿Qué beneficios aporta el Centro de Personas Adultas en los pueblos?
- Fortalece a las personas mayores y las convierte en ciudadanos y ciudadanas más activas y responsables de la vida en sociedad.
- Aumenta los conocimientos y capacidades de la personas del pueblo, lo que necesariamente conlleva a tener una población más culta, crítica, y con mayor autonomía.
- Potencia el desarrollo de las generaciones venideras, ya que al contar con personas mayores con una mayor pasión por la educación, la transmisión de esa misma creencia pasará a las siguientes generaciones, manteniendo el nivel de compromiso con la educación de todos y todas las habitantes de la localidad.
- Favorece las relaciones sociales del pueblo, aumentando la cohesión colectiva entre todos y todas las habitantes, tanto como las asistentes al Centro de Adultos, como sus familias y/o entornos más cercanos.
- Disminuye el analfabetismo que, aunque cada vez es más y más bajo, en las zonas rurales siguen encontrándose niveles por encima de la media.
- Reduce la brecha digital, a través de los diferentes programas de alfabetización digital que se llevan a cabo en la mayoría de Centros de los pueblos, acercando la tecnología a aquellas generaciones que no han “nacido con un Smartphone bajo el brazo” (y allí donde no haya, ya nos encargamos en AlmaNatura de llevar proyectos como Rural TIC).
- Ayuda a reducir el desempleo de las personas de mediana edad del municipio, ya que tendrán más desarrolladas sus capacidades y habilidades necesarias para conseguir un empleo.
- Se mantiene y protege la cultura local, al contarse con un espacio en el que se pone en valor, se conservan y se difunden los conocimientos y saberes de la población local.
La Educación y los Centros de Personas Adultas aportan vida a la sociedad del pueblo, aporta más conocimientos, más igualdad de oportunidades, más justicia para aquellas personas que en su momento no pudieron acceder a la enseñanza o simplemente buscan un mayor y más íntegro desarrollo personal, que ayuda además a conseguir un empoderamiento colectivo. Además, ayuda a alentar a las personas que no creen en segundas oportunidades: para que evolucionen; para que se sientan con una mayor autoestima, llenos de vida y puedan encontrar nuevas vías de acceso a la actualidad; para sentir sus vidas más completas; para estar preparados y preparadas ante los cambios y transformaciones de la sociedad; para un desarrollo de los derechos cívicos de las personas; y para dejar a un lado las desigualdades y la exclusión.