A pesar de los rebrotes que cada vez más se encuentran por todo el país, así como el sentimiento de miedo generalizado que el COVID-19 ha impuesto en nuestra sociedad, la búsqueda de alternativas para pasar las vacaciones, está poniendo en el punto de mira el rural como lugar perfecto donde estar unos días de descanso.
La huída de la masificación y de las aglomeraciones de los destinos vacacionales por excelencia, están suponiendo un revulsivo para el turismo rural en muchas comarcas del interior del país. Tanto es así, que muchos portales especializados en turismo rural hablan incluso de un aumento del 300% en las búsquedas de alojamientos rurales durante este año.
Si bien es cierto que no hace mucho animé en este mismo blog a viajar más a los pueblos, pues brindan más seguridad y menos masificación que los destinos típicos de costa (puedes leerlo aquí: El turismo rural post-COVID19), hoy no busco más que concienciar a las personas que planeen unos días en el pueblo, que se encuentran en un lugar único, con unos ritmos, unos valores y unas formas de hacer, que difieren mucho de lo que estamos acostumbrados en otros destinos vacacionales.
Tras varias charlas con personas que gestionan alojamientos rurales, me he encontrado con dos afirmaciones comunes a todas ellas: por el lado positivo, durante lo que llevamos de verano no están parando de recibir clientes y de trabajar más; por el lado negativo, el nivel de estrés al que la actitud de la clientela les lleva ha aumentado también considerablemente, pues cada vez más se encuentran con peores comportamientos y situaciones incómodas con ella.
Durante una de estas conversaciones me acordé automáticamente de una situación que se dió el pasado año en un municipio de Asturias, donde el Ayuntamiento de la localidad mandó a cerrar un gallinero porque los clientes de la casa rural de al lado se quejaban del canto de los gallos, y que se hizo viral gracias al vídeo de un ganadero de la zona criticando la medida (luego el Ayuntamiento declaró que el cierre fue por otros motivos intentando desmarcarse de la oleada de comentarios). Esta situación y otras que he ido conociendo más cercanas (e igual de rocambolescas), me han hecho llegar a la conclusión de que, poco a poco, si se sigue a este ritmo que el COVID-19 está ayudando a acelerar el auge del turismo rural, terminaremos haciéndole lo mismo al pueblo que le hemos hecho a las playas y los centros históricos de las ciudades.
¿Realmente estamos comprometiendo el rural para convertir su modelo turístico en el de masas? ¿Estamos dispuestos a gentrificar también el rural y vaciarlo de la autenticidad y los valores que siempre ha intentado conservar, para satisfacer la demanda turística? A la primera pregunta, parece que la respuesta correcta sería afirmativa, pero sinceramente espero que todavía estemos en una situación en la que de tiempo a dar marcha atrás, y que nos permita responder con un “no” a la segunda pregunta.
Igualmente, las reservas de alojamientos y casas rurales están hechas para todo el verano, y las familias de la ciudad están haciendo sus maletas para irse a pasar unos días de tranquilidad al pueblo. Sin ánimo de dar lecciones de ningún tipo, si me atrevo a dar algunos consejos que, espero, puedan mejorar al máximo no solo su estancia en el destino que han elegido, sino también la experiencia del propio municipio y los vecinos que acogen al turista:
- Intenta dejar el medio más limpio de lo que te lo has encontrado. Ya sea en los alrededores del pueblo, en la poza a la que vayas a bañarte o haciendo alguna ruta, recuerda no solo de recoger tus residuos, sino también aquellos que encuentres por la zona. Piensa que los residuos pueden ser uno de los principales detonantes que provocan incendios.
- Respeta las reglas del alojamiento y las autoridades del entorno. Por ejemplo, que durante el verano esté prohibido hacer barbacoas, incluso en propiedades privadas, no es casualidad, pues en un medio seco, la mínima chispa puede provocar el mayor de los incendios forestales. Y ni que decir tiene, también hay que respetar las reglas sanitarias.
- Los animales no están ahí para entretener a la clientela. Habrá muchos alojamientos que ofrezcan experiencias “auténticas” con animales, pero seguramente se haga de una forma controlada y con personas especializadas. Si en tu alojamiento hay cerdos, ovejas, caballos, o cualquier animal cercano, respeta su espacio, no solo puedes generar estrés al animal, sino que puede defenderse y hacerte daño.
- Comprueba los servicios del municipio y alojamiento antes de reservar. Aunque pueda parecer una obviedad, a veces olvidamos que una casa rural o un alojamiento rural, no es un hotel de 5 estrellas, y es probable que haya servicios que no puedan dar; de hecho conozco el caso de personas que ponen una reclamación al alojamiento por no disponer de lavavajillas. Para evitar malos entendidos y experiencias poco satisfactorias, aprovecha el contacto cercano que suele haber en estos alojamientos y pregunta por todas tus inquietudes.
- Al igual que cualquier otra empresa, los precios se ponen por alguna razón. El mantenimiento y la limpieza, dar un servicio de calidad y, como no, poder vivir de ello, son razones por las que uno u otro alojamiento o comercio determina su precio. Si cuando visitas una cadena de Hoteles o haces compras en Inditex o alguna cadena de comida rápida, no regateas intentando obtener un mejor precio, ¿por qué habría de hacerlo en un alojamiento o comercio local?
- Usa Tripadvisor o las “reviews” de Google para ayudar y premiar, no para destruir. Aunque se trate de aplicaciones y servicios que ayuden mucho a la clientela a elegir donde pasar sus vacaciones o donde comer, también puede ser la ruina para una empresa o incluso un pueblo por un comentario desafortunado. Lo negativo parece que siempre llega más lejos que lo positivo, por eso es importante pensar bien las críticas que se hacen en ese tipo de plataformas y el objetivo que buscamos con ella.
- Por último y lo que creo más importante, por favor, acude con la mirada y la escucha abierta y comprensiva, y deja la actitud altiva en casa. Las personas de pueblo no valen menos por vivir donde viven, y como en la ciudad, encontrarás personas diferentes que seguramente puedan aportarte mucho si te sientas a hablar con ellas. Trata a todas las personas que te encuentres como te gustaría que te tratasen, y tu experiencia será maravillosa.
Conocer los rincones de nuestros pueblos, su gente, sus costumbres, su gastronomía, sus paisajes y su cultura, está claro que es algo que merece la pena disfrutar cuando se tienen unos días de descanso, pero está en cada uno de nosotros saber disfrutarlo y hacerlo con el debido respeto. Si algo caracteriza al turismo rural es que ofrece algo único en cada sitio al que vas, solo cuidando su singularidad podremos huir de lo que ciudades y playas llevan sufriendo desde hace décadas.
Repensando el turismo también como una posibilidad de intercambio de experiencias biosaludables, emotivas, cognitivas….Se hacen necesarios propuestas bien fundamentadas en el mundo rural. Los pueblos conciencian las ciudades igual que las ciudades modernizan los pueblos
Hola Agustín,
¡Muchas gracias por leer mi post! La verdad es que tienes mucha razón en lo que comentas, la relación pueblo-ciudad ha de trabajarse y darle un mayor sentido. El binomio rural-urbano no tiene por qué ser excluyente, en AlmaNatura siempre hemos apostado por su complementariedad, y estamos seguros de que los unos y los otros nos necesitamos para sobrevivir.
Como bien dices hacen falta propuestas bien fundamentadas que acoja ambas partes para construir mejores relaciones en las que todos ganen.
Espero que sigas leyéndonos por aquí!