Conce Macías: “Cuidar lo pequeño, regenerar… Devolver esperanza.”

Conce Macías, Directora General de Proyectos en AlmaNatura, reflexiona sobre la importancia del cuidado y la comunidad en el medio rural. También sobre su transformación y liderazgo para llegar hasta aquí.

Hay personas que no llegan al medio rural “para hacer cosas”, llegan para habitarlo…, para escuchar lo que se dice y lo que se calla. Para sostener procesos que se sienten en el cuerpo: una conversación que abre una puerta, una mesa que se convierte en hogar, un “ven, siéntate” que desactiva el miedo desde el poder de la confianza.

Conce Macías, Directora General de Proyectos en AlmaNatura, es una de esas personas. En la organización —nacida en 1997, desde Arroyomolinos de León (Huelva), con el propósito de reactivar lo rural a través de alianzas y empoderamiento comunitario— su rol ha sido, durante años, ese que no siempre figura en los organigramas: cuidar el alma de lo que hacemos.

Y cuando Conce habla de cuidado, no lo hace como “concepto bonito”. Lo dice desde la herida, desde la transformación, desde el límite aprendido. Lo dice como quien sabe que el cuidado puede ser una carga… o una elección consciente que regenera.

Un abuelo sin voz y un pueblo que era casa

A veces el origen de todo no está en una gran epifanía, sino en una escena simple que se queda a vivir dentro.

Para Conce, esa escena tiene nombre: su abuelo Paco. Un hombre de campo, vendedor de ganado, sin cuerdas vocales. Un hombre —dice— con “un corazón hermoso” y una vida nada fácil. Lo recuerda en gestos: manos tiznadas de negro, repiqueteos en la mesa, dibujos de vacas, sellos. Un lenguaje sin voz que le enseñó lo esencial: vínculos verdaderos, tiempo, arraigo e identidad.

En sus palabras aparece un pueblo vivido como refugio y como libertad: tardes de verano, una chapa, un patio con avispas, la creatividad que “volaba” a las 4 de la tarde, los dulces caseros, el mantel de cuadros. Y sobre todo, ese sentimiento tan difícil de explicar y tan fácil de reconocer: “aquí soy yo”.

También aparece su abuela Concha: energía pura, comunidad, vecinas que susurran, el bingo en familia, la capacidad de cambiar planes “por si algo te hiciera falta”. Ese cuidado cotidiano que no se anuncia, pero sostiene.

Conce cuenta que gran parte de su infancia la vivió en la ciudad, con la esperanza puesta en que pasaran las horas para volver a las calles adoquinadas de su pueblo, correr cuesta abajo y abrazar un mandil con olor a azúcar. Sus abuelos se despidieron antes de marcharse. Y aunque ya no están, ella sigue conectada a ese legado.

“Me dejaron lo más bonito: las costumbres, la esencia de lo que siempre está, a lo que siempre puedes volver.”

Hay una frase que se queda latiendo: el pueblo como casa. No como postal, sino como origen, como lugar sin ruido donde la tierra “late por ser reconocida y tratada como lo que es: tu hogar”.

AlmaNatura como hogar y propósito

En AlmaNatura solemos hablar de regeneración rural, innovación social y reactivación del territorio. Pero hay algo más íntimo que a veces olvidamos: la regeneración también pasa por dentro. Para Conce encontrar el propósito no siempre es liberador, a veces pesa. “Se puede vivir sin él”, afirma. Y quizá, para muchas personas, el propósito sea —simplemente— permitirse buscarlo. Ella lo encontró donde no se maquilla nada: en la herida. En aquello que retuerce, en el dolor.

Su herida fue la falta de seguridad desde niña: sentir que no tenía un espacio donde mostrarse sin juicio, donde ser vista como era: sensible, alegre y frágil. Y ahí, AlmaNatura apareció, primero, como eso: una casa, una mesa de camilla, un lugar donde crecer en torno al “yo te doy sin nada a cambio”.

No fue arte de magia sino un proceso de diez años de trabajo personal. Ahora entiende que AlmaNatura no llega “por casualidad” cuando tenía 21 años sino que ha sido un canal para que su don (su forma de estar en el mundo) pudiera convertirse en propósito e impacto:

“Generar espacios de seguridad y cuidado para personas que se sienten vulnerables.”

Y aquí ocurre un giro hermoso: Conce, Juanjo e Isra —dice— nunca pretendieron cambiar lo que había. Querían mejorarlo, crear escenarios diferentes, construir un lugar para quedarse y ser felices. Y de pronto descubrieron que había más gente buscando lo mismo. 

Y esa fue la revolución: creérselo. Creer que desde un pueblo pequeño se podía poner en valor una forma de vida entera. En AlmaNatura, ese “creérselo” se traduce en hechos: hoy la organización trabaja con ejes como empleo, educación, salud, tecnología y cultura, siempre desde la escucha, la cocreación y las alianzas. Y a la vez, conserva algo esencial: la vida en el centro.

Conce lo resume con una frase: “Cuidar lo pequeño, regenerar lo que parece gastado, acompañar procesos, sostener a quienes dudan, devolver esperanza.” Un ciclo infinito, dice. Cuidar para regenerar, regenerar para cuidar.

Metamorfosis: cuando cuidar deja de ser esfuerzo

La vida de Conce está atravesada por el cuidado. Ella misma lo cuenta con humor, pero también con una lucidez valiente: el cuidado puede convertirse en lastre si se vive desde la exigencia, la extenuación o esperando recibir más de lo que se da.

Durante años, cuidó desde una necesidad: ser vista, reconocida, amada. “Adicta al cariño”, confiesa. Y eso, aunque duela, es profundamente humano. La metamorfosis llegó con la madurez y con algo que, en territorios como este, es casi una pedagogía vital: aprender límites. Pero hoy entiende el cuidado como otra cosa:

No nace del sacrificio.
Nace de la presencia, de la honestidad, del respeto, del perdón, de la escucha.
Y, a veces, del silencio.

“Cada persona es responsable de su cuidado y no culpable de sus heridas.”

Hay paz en esa frase. Paz y libertad. Porque cuando una deja de creerse salvadora, el liderazgo se vuelve más ligero y más verdadero. Y, sin embargo, hay algo que no cambió, algo permanece intacto: su brújula. Conce lo llama inocencia, pero no ingenuidad: capacidad luminosa, creativa, soñadora, divertida.

Esa mezcla de niña y adulta es parte de su fuerza.

Escuchar para abrir hogar como talento

Cuando le preguntamos por sus talentos naturales, Conce responde con una idea esencial para quienes acompañamos procesos: “Aprendí de pequeña a escuchar con atención para identificar cómo podía hacer bien a la otra persona”. Lo que nació como mecanismo de supervivencia se transformó en habilidad: ver más allá de lo que se muestra. Detectar fragilidad, cansancio, tristeza… y también belleza.

Esa escucha hoy se pone al servicio del equipo, de aliadas, del territorio. Porque habilita algo imprescindible: confianza. Y con confianza, aparece lo que en el rural es casi un milagro cotidiano: la gente se permite ser, sin miedo.

Conce dice algo muy importante: en AlmaNatura su lugar no está tanto en la infraestructura, sino en la emoción. En el concepto de hogar. Y lo explica con una imagen: su “mesa de camilla” donde la gente cuenta historias, sueña, crea círculos, respira.

Ese “hogar” no es casualidad, es método y presencia. Es una forma de hacer que hoy en Arroyomolinos de León se refleje en 2025 una comunidad local vinculada a la Fundación AlmaNatura con más de 500 personas activas en el último año. Cuando una comunidad crece así, no es solo por programación o actividades: es porque alguien (muchas personas) han creado condiciones para que eso sea posible.

El ingrediente indispensable: vínculo, cocreación, conversaciones inesperadas

Cuando hablamos de alianzas y proyectos, solemos irnos a lo técnico: estrategias, protocolos, procesos. Conce no niega nada de eso pero pone el foco donde de verdad se cocina el cambio: en el vínculo.

Lo dice con una metáfora preciosa: las transformaciones se cuecen a fuego lento, como los pucheros de tu abuela. Con confianza y cuidado mutuo.

En el pueblo —explica— cada persona es indispensable, pero para que eso ocurra hay que tejer vínculos. Sin vínculo no hay participación. Y sin participación no hay impacto real. Aquí aparece una idea muy AlmaNatura: dejar de “intervenir” y empezar a acompañar. Que los proyectos no sean una visita, sino una relación. Que no persigamos solo resultados, sino sentido.

Esta visión conversa con la manera en que AlmaNatura se define y opera: generar alianzas para empoderar a las personas y fijar población al entorno rural. Y también con su apuesta por la cultura y bienestar comunitario.

Liderar sin “liderar”: enseñar a tejer

Cuando le preguntamos por liderazgo femenino, Conce hace algo que, para mí, es profundamente inteligente: cuestiona el término. ¿Y si “liderar” es parte de la presión? ¿Y si necesitamos otra palabra, con filosofía rural?

Ella propone una imagen: no dirigir, sino enseñar a tejer. Un liderazgo sin títulos, que emerge desde la coherencia: hacer lo que dices, decir lo que sientes. Volver a lo ancestral: espera, raíz, sostén, decisiones coherentes con la salud del planeta. En un mundo que corre, ese ritmo lento es una revolución. 

Conce reconoce el papel de las mujeres del territorio como memoria viva de ese saber: volver a empezar, poner lo importante en el centro, construir un desarrollo que no lo devore todo, donde el progreso exista, sí, pero sin perder lo humano, lo cercano y lo sostenible. Crecer, pero como límites…, donde el desarrollo sí es infinito (un árbol que detiene su crecimiento, pero nunca deja de florecer). 

“Hacer de lo cotidiano un acto de resistencia y de lo sencillo una forma de habitar el futuro.”

Una escena de futuro

Conce dibuja una sola escena, simple y poderosa: una comunidad que florece porque ha elegido cuidarse a sí misma y a su entorno. Un rural donde lo esencial vuelve a tener valor y el futuro no se acelera: se cultiva.

En AlmaNatura, esa esperanza se sostiene con trabajo, con alianzas y con resultados que muestran consistencia en el tiempo. Pero, sobre todo, se sostiene con lo que no siempre se mide: la capacidad de crear hogar y comunidad.

Conce lo dice claro: los pueblos no necesitan salvadoras. Necesitan aliadas. Personas capaces de respetar lo que hay detrás de cada historia. Cuidar el medio rural es honrar lo que lo sostuvo durante generaciones, y desde ahí caminar con coherencia hacia un impacto positivo social, ambiental y económico.

Y su cierre es, a la vez, íntimo y social: “El cuidado parece un gesto blando, pero es una valiente decisión ética y profundamente transformadora.” Apagar pantallas para volver a las manos, a las conversaciones, a la confianza y al tiempo.

Volver a casa. Y, para mucha gente, volver a casa es volver al pueblo.

———

Nota de la autora
Vuelvo a leer y repasar estas líneas y no puedo evitar la emoción y las lágrimas. Con este posteo cerramos un año de un viaje apasionante. Han sido decenas de historias, de testimonios, impactos, cambios de vida. El protagonismo de Conce es el homenaje al trabajo, muchas veces silencioso de quienes son AlmaNatura. Gracias por permitirme ser una pequeña juglar que con la comunicación busca alzar sus voces.

Si esta historia te movió algo por dentro, quizá no sea casualidad.

Cada semana estamos construyendo historias que regeneran.

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