Por Daniel Bargalló;
Es un hombre gordo, calvo y con gafas. Con ese atuendo, a primera vista no nos sugiere mucho. Pero ese hombre al que aparentemente no le vemos nada de especial se autodefine como bufón y está acostumbrado a tocar temas algo peliagudos con una ligereza que asusta. Se trata de Leo Bassi.
Nació en Italia en 1952 y proviene de una familia de artistas, así que puede decirse que lleva el oficio en la sangre. Debutó en el circo con 7 años y a los 24 se marchó del espectáculo familiar para crear su propia carrera.
Es una curiosa mezcla entre actor, animador y agitador, casi un showman, pero sus espectáculos van más allá del puro entretenimiento. En ellos desarrolla un estilo provocador y satírico cuyos blancos suelen ser la derecha política y la Iglesia católica. “Defendiendo el laicismo con pasión” podemos leer como subtítulo de su blog personal el bassiblog. La verdad es que Bassi ha tenido que enfrentarse a numerosos “contratiempos” a la hora de representar algunos de sus espectáculos. Uno de los más graves fue cuando el 1 de Marzo de 2006 un artefacto explosivo artesanal fue encontrado en la sala Alfil de Madrid en la cual representaba su espectáculo La Revelación. Una dura crítica al oscurantismo a las sectas y a los fundamentalismos de la vida moderna. Afortunadamente no hubo que lamentar ningún incidente mayor. Bassi no se rinde. Le han hecho encerronas, le han prohibido actuar en algunos lugares y casi siempre hay polémica allá donde va. Pero el lo sabe y parece importarle bastante poco.