El tren del emprendimiento social

Reflexiones, ideas y hechos a cerca del emprendimiento social en España y como este ayuda al desarrollo socioeconómico de forma complementaria en el trabajo que realiza la administración pública.

El título no es muy original, entre otras razones por qué en estos momentos precisamente viajo en uno de esos vagones silenciosos del Ave Madrid – Sevilla, después de disfrutar del primer día de verano. Las temperaturas de hoy han sido realmente altas por Madrid.

Hoy he venido a la ciudad para grabar un vídeo del movimiento BCorp en España del que tan orgullosos estamos después de que Alma Natura fuera la primera empresa certificada en este país. Se estrenará el 28 de Junio en Barcelona con motivo del B Good Day donde presentamos a las empresas fundadoras B Corp en España y a los líderes pioneros en apoyar este movimiento. Por cierto, quedas invitado/a (si necesitas una invitación sólo pídela).

Emprendimiento Social en España

Las últimas semanas estoy viviendo un torbellino de sensaciones entorno al emprendimiento social en España y quiero compartir con vosotros/as algunos de los pensamientos que recorren mi ser y que creo que lo mejor es desembucharlos por mi bien psíquico. Empezamos:

  1. No todo el mundo tiene que ser emprendedor social. Un emprendedor social es una persona con altas dosis de resiliencia capaz de encontrar respuestas a retos sociales y/o ambientales que no son cubiertos por las administraciones públicas o tercer sector. Se trata de empresas con una amplia mirada capaz de generar un triple impacto positivo (social, ambiental y económico) donde el foco no está puesto sólo en los resultados económicos. Hasta aquí bien, lo que me chirría es forzar a emprender en modo social a empresas convencionales que ya hacen una importante labor en la sociedad pero que no por ello obligatoriamente, por qué sea un concepto cool, tiene que ser además una empresa social.
  1. Tu mejor mentor es tu propósito. ¿Cómo puede ser que un concepto tan novedoso este lleno de mentores tan jóvenes que incluso no han emprendido? ¿Cómo puede ser que centenares de entidades quieran desde hace algunos años hacer concursos de emprendimiento social a cascoporro? ¿Qué está pasando? ¿A caso de repente nos hemos vuelto todos buenas personas? ¿O es greenwashing? Nosotros mismos hemos caído en ese torbellino del mentorizaje salvaje sin saber que los mejores mentores están en la calle y las plazas de nuestros pueblos. Son ellos los que nos dan lecciones diarias de la realidad que viven. Es mi madre la que me muestra los problemas que tiene el mundo rural, la que nos inspira para buscar nuevos servicios que reactiven nuestros pueblos (que es el propósito de nuestra empresa).
  1. La medición del impacto social. Últimamente observo la obsesión de medir todo, es como si en la otra vida que ya vivimos de “abundancia desmedida” (año 2007) haya que contrarrestar ahora con cifras. El problema viene cuando lo que medimos son números de personas y no transformaciones reales que han sufrido esas personas. Él problema es cuando nos obsesionamos con los números pensando en miles que han pasado por un programa sin reparar en que ha cambiado en esas personas. ¿Cómo hemos ayudado a disminuir su vulnerabilidad? ¿Tienen sentido totales sin resultados de transformación? ¿No estaremos al final haciendo lo mismo que se hizo en esa otra vida? Me refiero con esta última pregunta (por ejemplo) a los miles de universitarios con carrera que generó este país y que ahora no encuentran trabajo (y esto no sólo es por culpa de la crisis).

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  1. Eres tercer sector o eres empresa. El concepto híbrido no se comprende o más bien no se acepta ya que en muchos foros me encuentro con personas que siguen sin hacer el esfuerzo de cambiar su paradigma tradicional donde los bandos siguen claramente diferenciados. Pues no señores, hay otra forma de hacer empresa, otra forma de hacer negocios más inclusiva, justa y donde todas las partes implicadas ganan. Es así, no hay más, aunque evidentemente tienes todo el derecho del mundo a seguir pensando que eso es pura filosofía barata de gurú social. Yo me lo creo por qué trabajo en una de esas empresas con un equipo altamente motivado y donde el sueldo es importante pero aún más el trabajo que hacemos con las comarcas rurales. Ahora que cada cual siga pensando en su para qué.
  1. Una forma jurídica para el emprendedor social. En Septiembre de 2014 se pidió al Congreso de los Diputados por parte de CIU una legislación especial para empresas sociales. No fue aprobada por unanimidad (página 16). ¿Qué que pienso sobre esto? Consideró que el juego debe ser el mismo para todos, si crees que debes ser empresa tradicional adelante, pero buscar sólo beneficios fiscales como incentivo para ser empresa social es tirar mucho por la borda después del trabajo tan interesante que emprendedores sociales de todo el mundo están haciendo. Aun así veo bien, claro, que exista una regulación que claramente identifique el consumidor, una regulación que genere confianza y entienda el consumidor final. Ese que castiga o coloca en el podio a algunas marcas en función de su estatus respecto a sus formas de gestión, gobernanza, medioambiente, etc.

Son algunas ideas sueltas con las que convivo en mi día a día y de las que converso con otros emprendedores sociales. No he escrito este post para que estés de acuerdo, tan sólo como una manera de mostrar esa cara del emprendimiento social que a veces no se cuenta por toda la nebulosa que existe entorno a esta forma de hacer negocios. Por cierto sigo en el tren y después a coger un coche hasta la Sierra de Huelva. Y ahora, ¿Hablamos? Puedes dejar tus comentarios más abajo.

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