Este es un capítulo de la serie de artículos “Esenciales AlmaNatura: Innovación rural desde dentro”. Con ellos queremos dar a conocer la manera de trabajar de AlmaNatura y sus buenas prácticas para el desarrollo rural. Cada mes abordaremos un tema relacionado con el mundo rural vivo, y cuáles son las buenas prácticas que consideramos esenciales a la hora de trabajarlo en el rural.
Estos son los capítulos anteriores:
- Capítulo 1: La cultura
- Capítulo 2: Las mujeres
- Capítulo 3: El medio ambiente
- Capítulo 4: El empleo
- Capítulo 5: Las alianzas
- Capítulo 6: La salud
- Capítulo 7: La tecnología
- Capítulo 8: La juventud
- Capítulo 9: La escucha
Cuidar, que viene del latín cogitāre, es decir, ‘pensar’.
Cuando hablamos de cuidados estamos haciendo referencia a una lista de tareas o responsabilidades más amplia de lo que parece. Hablamos de cuidado de menores, de personas dependientes, de mayores, pero también de tareas domésticas, de organización para que el hogar sea confortable, un espacio seguro; incluye el cuidado de la vecindad y las amistades (preguntar por la salud, por la familia, estar pendiente de qué sucede en sus vidas) o, incluso, el cuidado del entorno y del medio ambiente.
Por tanto, cuidar va más allá de las tareas físicas, si bien estas suponen una parte muy importante del concepto.
La labor de cuidados está feminizada
A nivel nacional, en todo el territorio se aprecia una feminización de las tareas de cuidados.
En 2017 la Asociación Yo No Renuncio realizó un estudio que cristalizó en el informe Somos Equipo. Las conclusiones eran claras: no existe un reparto equilibrado de las tareas del hogar, donde las mujeres se encargan mayoritariamente de todos los puntos encuestados. Solo existía un reparto equitativo cuando se preguntaba quién lleva las cuentas del hogar.
Este estudio incluía todo tipo de tareas de cuidados: las mencionadas anteriormente y otras como la responsabilidad en los asuntos del colegio de los menores, citas médicas, etc.
Incluso sacó a la luz las llamadas “tareas invisibles”, necesarias para la buena marcha del hogar, pero no reconocidas ni cuantificables. El 54,4 % de las mujeres declaraba ser la principal responsable de estas tareas de planificación, frente al 16,9 % de los hombres.
Estas labores de pensamiento no cuantificables, que hacen referencia directa a la raíz latina de la palabra “cuidar”, suponen una carga mental que las mujeres asumen solas en su mayoría.
Cómo es cuidar en el rural
En los pueblos encontramos aún más marcada la feminización y la precarización de las personas que cuidan.
Según Lola Pavón, psicóloga y psicoterapeuta con amplia experiencia en apoyo a familias, los roles de género están mucho más presentes en el medio rural, incluso desde la infancia. Tradicionalmente existen tareas que se distribuyen entre hombres y mujeres, por ejemplo en la organización de festividades o en la matanza.
Las mujeres en el rural se reparten de manera muy frágil entre el trabajo productivo (el que realizan fuera de casa) y el reproductivo (los cuidados, especialmente de menores), lo que implica una doble jornada que suele ser complicado sostener.
Según el Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural, las percepciones de los roles de género y el reparto de tareas de cuidados en los municipios rurales no es igualitario:
- El 54,2 % de la población rural encuestada opinó que ‘‘las mujeres tienen una capacidad natural para las tareas domésticas y de cuidado’’.
- El total de personas cuidadoras en el medio rural, un 65,3 % eran mujeres, y un 34,7 % eran hombres.
- En el medio rural las mujeres triplican el tiempo que los hombres dedican a tareas domésticas, y casi doblan el que dedican al cuidado familiar.
- Los hombres, en cambio, triplican el tiempo que dedican las mujeres a cuidar del vehículo y de la vivienda.
En el medio rural falta el apoyo de los cuidados externalizados
La falta de servicios en el rural va más allá de las demandas sobre educación, sanidad, transportes o comunicaciones.
Además de eso, los municipios rurales carecen de servicios de cuidados externalizados, tales como escuelas infantiles, ludotecas, residencias para personas mayores o centros de estancia diurna.
Según Lola Pavón, “los cuidados son la base social”. Sin ellos no se puede sostener la vida. “Y cuidar ocupa mucho tiempo”.
Sin acceso a estos servicios de cuidados externalizados es mucho más complicado llevar a cabo un proyecto de vida en un pueblo. “En el rural deberíamos tener la mirada puesta en que estos cuidados estén sostenidos, para que las personas puedan quedarse allí”, señala Lola Pavón.
Consecuencias de esta estructura de cuidados en el rural
Tener un pueblo vivo es incompatible con muchas de las consecuencias que trae aparejadas esta manera de cuidar en el rural:
- Muchas personas cuidan en soledad, experimentando el llamado “síndrome de la cuidadora quemada” y sufriendo estrés, ansiedad, agotamiento, cansancio, aislamiento del resto de la comunidad o de las amistades, e incluso dolores o enfermedades.
- También lleva a la precariedad, ya que las personas cuidadoras no pueden trabajar. Esto genera dependencia económica, especialmente entre mujeres. Por eso aquellas personas cuidadoras no profesionales de beneficiarios de la Ley de Dependencia pueden suscribirse a un convenio especial, por el que cotizan y suman años a su vida laboral. En septiembre de 2023 había más de 74.000 personas inscritas, de las cuales el 88,3 % eran mujeres.
- La falta de servicios de cuidados externalizados expulsa a muchas mujeres del mercado laboral: cuidar a menores, o mayores en situación de dependencia, es incompatible con trabajar en aquellos lugares en los que no se tiene acceso a ningún tipo de apoyo.
- Esta ausencia también incide en la migración de las mujeres jóvenes a ciudades medianas o grandes, donde tienen menos dificultades para compaginar vida laboral y familiar. Todo ello redunda en la masculinización del rural y en la falta de niños y niñas que vivan en los pueblos.
Algo está cambiando en el pueblo
Desde hace algunos años, el equivalente a una generación aproximadamente, se aprecia un cambio en la manera de cuidar en el rural.
Según Lola Pavón, el feminismo trae consigo la reivindicación del trabajo reproductivo como valor. Y se comienza a valorar ese trabajo de cuidados, que ya conocemos que es mucho, a través de mecanismos como los permisos, las medidas de conciliación o similares.
Por otro lado, aunque sigan siendo menos que ellas, cada vez hay más hombres que llevan a cabo esta labor de cuidados, ya sea en la atención a mayores (a su cónyuge, por ejemplo) o a menores (por la incorporación de las mujeres de la familia al trabajo). Se aprecia un cambio sobre todo en los hombres más jóvenes.
El perfil de la mujer rural también está transformándose. Muchas de ellas han salido a estudiar fuera, y cuando vuelven vienen abiertas a la idea de utilizar servicios de cuidados externalizados. Hace apenas una generación la mera mención podría haber chocado mucho con los esquemas y roles de género que están tan arraigados en muchos lugares.
A esta última transformación hay que añadir la de las mujeres que, habiendo nacido en el medio urbano, deciden instalarse en el rural, y traen consigo nuevas ideas sobre las formas de cuidar a los suyos.
5 buenas prácticas para promover los cuidados en el medio rural
En AlmaNatura sabemos de la importancia de los cuidados para mantener un mundo rural vivo.
Estas son las buenas prácticas por las que apostamos a la hora de promover los cuidados en los pueblos.
1. Impulsar el asociacionismo, también cuando se trata de los cuidados
Las situaciones de necesidad de cuidados en el rural no están aisladas y suelen ser similares en pueblos de una misma comarca, por ejemplo.
Asociarse para autogestionar una necesidad, o para hacer mayor fuerza a la hora de demandar un servicio, puede dar mejores resultados.
2. Identificar oportunidades de negocios de triple impacto
En el rural hay muchas oportunidades de negocios con propósito social (o de triple impacto) y algunas de ellas están relacionadas con la externalización de los cuidados.
Por otro lado, estos negocios atraerían a profesionales del sector (fisioterapeutas, educadoras, enfermeras, etc.) que generarían un ciclo en el que se diera más vida a los pueblos.
3. Generar ideas a través de reuniones
Ya hemos hablado anteriormente de la importancia de la escucha para crear proyectos que sean relevantes en el rural.
No se puede crear una respuesta a ninguna demanda sin reunirse primero por las personas que lo necesitan. En el ámbito de los cuidados también aplica. Y de la misma manera que se hacen lluvias de ideas para los planes de negocio, o se hacen reuniones relacionadas con el emprendimiento en el rural, estas reuniones para tratar el tema de los cuidados servirían para sacar a la luz nuevas ideas que pudieran ayudar a la población rural.
4. Evaluar si es posible generar sinergias a partir de necesidades
En unos pueblos con una población cada vez más reducida (y a veces menguante) es interesante ver si es posible, no solo asociarse, sino ofrecer soluciones que satisfagan varias necesidades al mismo tiempo.
Como propone Lola Pavón, se pueden crear comunidades de envejecimiento activo, para personas mayores que se asociaran para buscar los cuidados que necesitan. O la necesidad de cuidar a mayores y pequeños, que podría generar un espacio común donde se atendiera a ambos y donde las dos generaciones pudieran disfrutar la una de la otra.
5. Invertir en prevención (y, por supuesto, en más cuidados)
La necesidad de inversión en cuidados ha quedado manifestada a lo largo de este artículo.
No obstante, en muchos casos esa inversión se limita a las situaciones de dependencia, cuando podrían haberse prevenido o retardado.
Invertir en espacios de salud (conferencias, consultas), o de ejercicio en los parques públicos, o incluso en actividades culturales y comunitarias que ayuden al ejercicio cognitivo de las personas mayores, pueden ayudar a que su calidad de vida sea mayor.
Sabemos que en el rural faltan muchos servicios relacionados con los cuidados: todos ellos ayudarían a retener población y a dar vida a las zonas rurales.
Los pueblos vivos se crean cuidando, y haciendo que la labor de cuidar, sea quien sea quien la realice, no sea un lastre ni una causa de la exclusión social o laboral.
En AlmaNatura llevamos más de 25 años cuidando del rural y de la vida de los pueblos. Un ejemplo es nuestra Fundación AlmaNatura y su proyecto Regenera Cultura.