Esenciales AlmaNatura: Innovación rural desde dentro. Capítulo 2. Las mujeres

En este 8 de Marzo compartimos algunos de nuestros aprendizajes sobre cómo trabajar con las mujeres rurales para dar vida a los pueblos.

Este es un capítulo de la serie de artículos “Esenciales AlmaNatura: Innovación rural desde dentro”. Con ellos queremos dar a conocer la manera de trabajar de AlmaNatura. Cada mes abordaremos un tema relacionado con el mundo rural vivo, y cuáles son las buenas prácticas que consideramos esenciales a la hora de trabajarlo en el rural.

Estos son los capítulos anteriores: 

Uno de los ejes de la incidencia de la innovación rural son las mujeres. 

Ya sabemos que en España los municipios rurales, especialmente aquellos con menos de 5.000 habitantes, están mucho más masculinizados que el resto de localidades

Quizá por eso las mujeres rurales tengan menos espacios y menos lugares de encuentro, en sentido real o figurado. Y por eso merecen este capítulo. 

En él trataremos cuál es la situación de la participación de la mujer rural en los pueblos, cómo le afectan las carencias de ciertos recursos y servicios, y qué buenas prácticas seguir para trabajar con ellas en la creación de pueblos vivos. 

¿Cómo participan las mujeres rurales de la vida de los pueblos?

Aunque es complicado trazar un perfil estándar que aplique a todos los municipios rurales, podemos dar algunas pinceladas acerca de la participación de las mujeres rurales en los espacios sociales y comunitarios. 

A grandes rasgos, existen importantes diferencias según la edad de las mujeres.

  • Las más participativas suelen superar los 60 años de edad. 
  • Las más jóvenes suelen participar en actividades lúdicas, si bien no tanto en espacios que generen mayor valor para ellas o para el pueblo por pensar que tienen menos habilidades para ello. 
  • Las mujeres de entre 30 y 50 años, que suelen ser aquellas que cuidan, participan a través de las asociaciones escolares, como las AMPA de los colegios, aunque si trabajan la participación en la vida del pueblo suele disminuir. 

Aunque este patrón puede ser diferente en cada pueblo, conocer esta información es fundamental a la hora de trabajar con el colectivo y fomentar su participación. 

Menos nivel de formación, menos recursos

Fomentar el empleo rural, o desempeñado en el rural, es una de las bases para construir un medio rural vivo. 

Y esto también aplica a las mujeres rurales. 

Existe una realidad que no se puede pasar por alto: el acceso a los recursos es menor en el rural que en las zonas urbanas. Por eso, muchas de las mujeres que se quedan en el pueblo no tienen estudios superiores, sobre todo en los pueblos más pequeños. 

Esto afecta a su empleabilidad: 

  • Por un lado, suelen desempeñar trabajos en el sector primario o posiciones de menor valor añadido. 
  • Por otro, tienen menos recursos a la hora de emprender o autoemplearse. 

El informe Emprendedoras rurales en España: Análisis con datos GEM 2021-2022 corrobora esto: según sus datos, una amplia mayoría de las emprendedoras rurales, en cualquiera de las fases del emprendimiento, carece de formación universitaria. Además, en comparación con las emprendedoras urbanas: “las mujeres rurales son mayores y tienen menores niveles de estudios y renta”

La crianza en el rural: la necesidad de visibilizar las carencias

En el rural las tareas de cuidados (a mayores o pequeños) siguen estando en manos de las mujeres. Es fundamental visibilizar, no solo esta labor, sino también las carencias que existen y cómo afectan a la participación de las mujeres en la vida del pueblo

Pese a todo lo bueno que tiene criar a los hijos en un entorno como el rural, el día a día pone sobre la mesa las necesidades que estas poblaciones tienen en este aspecto, incluso para quienes emprenden con hijos en el pueblo

Y no es un asunto menor: es vital para revertir la situación de envejecimiento de los pueblos. 

  • Muchas mujeres rurales no pueden trabajar por no contar con apoyo de la familia para el cuidado de los hijos/as. 
  • Los servicios como guarderías o ludotecas, en caso de existir en un radio cercano, requieren del desplazamiento hasta otro núcleo rural.
  • Pueden darse situaciones de crianza poco independiente que hacen imposible que las mujeres acudan a otras actividades de esparcimiento, formación o realización personal. 
  • Además, estas necesidades y carencias no están visibilizadas debido a la pervivencia de roles obsoletos entre los habitantes de los pueblos. 

4 buenas prácticas para crear un medio rural vivo con mujeres

Esta es la manera en la que AlmaNatura trabaja con las mujeres rurales en la creación de pueblos vivos.  

Ya seas una entidad privada o una corporación local, te animamos a que trabajes en esta dirección. 

1) Fomentar la participación de las mujeres a través del liderazgo consciente

En AlmaNatura conocemos la necesidad de “animar” muchos espacios y actividades con mujeres rurales, pero a la hora de fomentar la participación, nos inclinamos por un tipo de dinamización que surge siempre desde dentro

Esto es el liderazgo consciente.

Qué caracteriza al liderazgo consciente:

  • Escucha: donde nace todo. A través de los espacios de escucha es donde se conocen las necesidades reales del colectivo. De esta manera trabajamos directamente en ellas y no en otras actividades que puedan venir de fuera o que surjan porque hay cierta oportunidad.
  • Diálogo: generar conectividad. La participación debe permitir momentos de diálogo y de intercambio de opiniones, también de las contrarias.
  • Transformación: que tenga una utilidad real. La participación aumenta cuando la actividad o el espacio facilitado tienen una capacidad real de transformar vidas. O lo que es lo mismo: cuando sirve para el día a día, cuando se puede aplicar lo aprendido o generar un cambio en su manera de vivir. Por eso el primer punto, la escucha, es fundamental. 

2) Contar con la sabiduría de las mujeres mayores

Crear pueblos vivos también implica transmisión del conocimiento, de unas generaciones a otras y de unas mujeres a las siguientes. 

Esa transferencia de aprendizajes genera espacios de diálogo (como los que mencionábamos antes) y aprovecha la sabiduría de las mujeres más mayores de la comunidad, que tienen mucho que aportar a la vida de los pueblos. 

3) Dar una oportunidad al emprendimiento social

Este tipo de emprendimiento se caracteriza por ayudar con alguno de los retos a los que se enfrenta el territorio, ya sea medioambiental o social. 

Las necesidades en la crianza (y en el resto de las tareas relacionadas con los cuidados) crean múltiples oportunidades de emprendimiento social en el rural.

Y es que además las mujeres son mucho más proclives a emprender desde el impacto social o medioambiental, más que desde el punto de vista económico. El informe Emprendedoras rurales en España, citado anteriormente y que fue presentado en la sede de AlmaNatura, también lo corrobora: 

(…) las emprendedoras rurales son relativamente más sensibles al impacto social y medioambiental que producen sus negocios (…). La mayoría de las emprendedoras rurales se preocupan y planifican ese impacto (siendo muchas de ellas de hecho las que logran el impacto deseado), y además sirven de ejemplo para otras mujeres del entorno rural”. 

4) Diseñar programas innovadores para las mujeres rurales

Ya sea en el ámbito del emprendimiento o en cualquier tipo de formación, los programas destinados a las mujeres rurales deben ser una palanca de cambio social. Así sucede con Gira Mujeres, en el que participa AlmaNatura

Estas son las pautas para diseñar programas innovadores para mujeres rurales:

  • Se debe tener en cuenta que hay diferentes ruralidades en el territorio español, y por tanto hay que conocer cuál es la idiosincrasia de cada pueblo. 
  • También debe diseñarse sabiendo que los problemas de accesibilidad existen: es un hecho que muchos municipios rurales están aislados o tienen dificultades de transporte. Los programas online o que se desplacen hasta el rural eliminan las barreras del espacio y permiten participar incluso a mujeres que viven en municipios muy pequeños, donde no se podría llegar de otra manera. 
  • El programa debe generar comunidad. Mejor si es un espacio donde puedan compartir intereses y peculiaridades, donde las mujeres puedan saber que no están solas y compartir tiempo con otras personas e iniciativas. 
  • La escucha también debe jugar un papel importante a la hora de diseñar un programa para mujeres rurales: ofrecer algo más que una lección o unas ciertas habilidades. 
  • El programa debe ofrecer medios para obtener más recursos: al fin y al cabo, cualquier acción es temporal, por eso es importante que sepan dónde y cómo seguir buscando información cuando acabe. 

Desde la escucha, el diálogo y la capacidad de transformación se puede cambiar la vida de las mujeres rurales y de los pueblos que habitan.  

En AlmaNatura trabajamos por un entorno rural vivo. Conoce nuestros proyectos.

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