Barreras para el desarrollo de la mujer rural

¿Cuáles son las barreras con las que las mujeres de las zonas rurales se encuentran cada día cuando intentan desarrollarse personal y profesionalmente?

A pesar del reconocimiento de derechos para las mujeres y en pro de la igualdad que nos encontramos en las leyes y en las políticas públicas, existe una realidad paralela en el día a día de las mujeres que es bastante diferente, realidad en la que, precisamente en esta semana en la que celebramos el 8 de marzo, Día de la Mujer, debemos profundizar un poco más.

Como sabréis, en Almanatura estamos enfrascados en el Proyecto GIRA Mujeres, un proyecto de empoderamiento e impulso de la mujer rural a través del emprendimiento. Tras los meses de andadura que lleva el proyecto, día a día nos estamos encontrando con realidades muy duras entre las participantes, mujeres cuyas familias no han querido dejarles gestionar la empresa o la explotación agraria familiar, mujeres que han sido despedidas de sus puestos de trabajo por quedarse embarazadas, o que han sido acosadas psicológicamente hasta que ellas mismas han tenido que dejarlo; mujeres acosadas sexualmente; mujeres que aún piensan que tienen que sacrificar sus vidas familiares para poder tener una carrera laboral; etc. Día a día, nos encontramos con mujeres obligadas a escapar cada día del sistema que les maltrata.

Cuando uno se adentra en un proyecto como este, que nos está exigiendo tanto, es precisamente el conocer esas realidades lo que nos hace levantarnos cada día y seguir trabajando, seguir escuchando, apoyando, empoderando e impulsando a esas mujeres.
Pero hoy, he querido ir un poco más allá, quiero intentar ver el “por qué” de esas situaciones que nos encontramos cada día, dilucidar cuáles son esas barreras con las que las mujeres de las zonas rurales se encuentran cada día cuando intentan desarrollarse personal y profesionalmente:

  1. División sexual del trabajo: Aunque hay sectores en los que se están acercando las cifras de empleo de hombres y mujeres, cuando nos adentramos en la realidad rural, la tradición sigue causando estragos, impidiendo a las mujeres acceder a empleos remunerados. En el sector agrario, la principal fuente de trabajo en las áreas rurales, tan sólo el 7% de personas trabajadoras son mujeres (datos del Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural), situación que se repite también en la titularidad de las explotaciones, mayoritariamente poseída por hombres. Por ejemplo, tan sólo un 25% de asociadas en cooperativas agrarias son mujeres, frente al 75% de hombres. Cifras que bajan más si cabe cuando ponemos el punto de mira en los órganos de dirección de las mismas, bajando la presencia de las mujeres al 14% en las asambleas y al 3% en los consejos rectores (según el Proyecto Integra). Esto indica que la división sexual no sólo nos la encontramos de manera horizontal, sino también nos encontramos con una segregación vertical que impide a las mujeres poder tomar decisiones.
  2. La mujer como ayuda: El párrafo anterior no pretende señalar que las mujeres no trabajen el campo, el problema está en que su trabajo no está reconocido. La mujer se considera una ayuda para la explotación familiar, seguramente sea la responsable del papeleo, o será un apoyo en el momento de la recolecta, pero no pasa de considerarse un refuerzo. De hecho, cada vez es más fácil encontrarse con que las mujeres suponen incluso una ayuda económica, ya que gracias a las políticas de igualdad que buscan el emprendimiento de la mujer abaratando los costes de las tasas para ellas, empiezan a aparecer mujeres que simplemente están en los papeles porque la empresa se beneficia de ello, pero no tiene ni voz ni voto en las decisiones ni se le da el mismo reconocimiento.
  3. Dificultad de conciliación: Cuando una mujer desempeña un trabajo remunerado fuera del ámbito doméstico, está siempre destinada a realizar una “doble jornada laboral”, ya que cuando llega a su casa, tiene que encargarse de todas las tareas del hogar. Las mujeres han sido tradicionalmente consideradas las encargadas de las tareas relacionadas con la crianza de los y las menores, el cuidado de mayores y otras personas dependientes de la familia, del mantenimiento del hogar, etc.; tareas que seguirá realizando una vez que finalice su trabajo fuera de casa. Pero se trata de algo que no sucede nunca con los hombres. De hecho, en el caso de los hombres nos podemos encontrar con una nueva versión del punto descrito anteriormente, que podríamos llamar “el hombre como ayuda”. Si un hombre friega, cocina, recoge a los hijos o hijas del colegio, o realiza cualquier tarea destinada a la crianza o al mantenimiento del hogar, se pensará que está ayudando a su mujer, pero no porque esté cumpliendo con su responsabilidad para con la familia que, al fin y al cabo, también es suya.
  4. Barreras internas: Entre las más de mil mujeres con las que hemos trabajado ya, una gran mayoría encuentra además una barrera muy difícil de sobrepasar; la práctica anulación de su autoestima. El desarrollo personal y profesional de la persona está íntimamente ligado a la percepción que se tenga de la valía de la misma, por eso una autoestima baja será siempre uno de los mayores impedimentos que alguien puede encontrarse a la hora de realizarse personalmente. Una persona con baja autoestima valorará negativamente sus propias habilidades y capacidades, lo que le llevará a entrar en un círculo de autolimitación, que le impedirá adquirir nuevas herramientas o mejorar las que ya tenía, culpando a su sentida incapacidad de los fracasos que haya podido experimentar. Quizá esta sea la barrera más difícil de romper, porque para conseguirlo es necesario que las anteriores también desaparezcan, es importante que las mujeres lleguen a cualquier tipo de trabajo y que ocupen más puestos de responsabilidad, con estos referentes, las mujeres encontrarán la inspiración necesaria para romper sus propias barreras y saber que si quiere conseguirlo, podrá conseguirlo.

Como hemos podido comprobar, las barreras más grandes a las que las mujeres se enfrentan, provienen principalmente de los estragos que nos hacen los roles y los estereotipos que vamos adquiriendo desde que nacemos, que son además herramientas del sistema patriarcal en el que vivimos y que tiene ninguneada a la mitad de la población. Y por combatir esta realidad trabajamos día a día, para que todas las mujeres puedan desarrollarse libres personal y profesionalmente.

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