Este es un capítulo de la serie de artículos “Esenciales AlmaNatura: Innovación rural desde dentro”. Con ellos queremos dar a conocer la manera de trabajar de AlmaNatura. Cada mes abordaremos un tema relacionado con el mundo rural vivo, y cuáles son las buenas prácticas que consideramos esenciales a la hora de trabajarlo en el rural.
Estos son los capítulos anteriores:
¿Quién puede ocuparse de la conservación y protección del medio rural mejor que los pueblos? En ellos la vida transcurre en ese lugar que desde la ciudad se llama “medio ambiente” o “naturaleza”.
Estar imbuido en ella es la característica principal de estas localidades.
Son envidiadas por la mayoría de la población, que reside en urbes y municipios grandes con escaso contacto con los espacios verdes.
Sin embargo, sobre ellos recae la responsabilidad del cuidado y la protección del entorno natural que les circunda y nos sustenta a todos.
En este artículo distinguimos tres agentes que son parte de ese cuidado y protección del medio ambiente: los habitantes de los pueblos, las empresas y los visitantes, antes de abordar nuestra lista de buenas prácticas medioambientales.
Los habitantes del rural y su relación con el medio ambiente
A través de actividades cotidianas, los habitantes del rural son verdaderos guardianes del territorio. Conservan la biodiversidad a la vez que cuidan del entorno, generan empleos y cultivan alimentos.
Los pueblos son, por tanto, fundamentales en la conservación del medio ambiente: no se trata de una mera cuestión de actualidad, sino de una necesidad vital. Sin un entorno natural cuidado no hay vida (y, por supuesto, no hay vida en el medio rural).
El envejecimiento de la población de los municipios rurales hace que la mayoría de los habitantes de muchos pueblos recuerden muy bien cómo eran los tiempos en los que había menos residuos, se cultivaba el campo de manera diferente y se pastoreaba el ganado.
Sin idealizar una vida de campo que en realidad era (y es) muy dura, muchos habitantes de nuestros pueblos viven o han vivido directamente del medio ambiente, por lo que están ya concienciados acerca de la necesidad de preservarlo.
He aquí una de las claves para el cuidado y la conservación del medio ambiente: llevarlo integrado en el ADN.
Las empresas y su impacto medioambiental en el rural
El cuidado y la protección del medio ambiente es duradero y eficaz cuando también está en el ADN de las empresas que se establecen en el rural.
Los negocios de triple impacto como las B Corp, movimiento al que pertenece AlmaNatura, tienen en cuenta no solo el impacto económico de la actividad que realizan, sino también el social y el medioambiental.
El cuidado del medio ambiente es parte de su razón de ser. Para empresas de este tipo el ahorro de energía, el abastecimiento con productos locales o la generación de espacios verdes son valores integrados en su plan de negocio.
Estos criterios deben formar parte de los planes de negocio de aquellas empresas que deseen establecerse en el medio rural.
Por otra parte, gracias a empresas pequeñas y locales muchos agricultores y ganaderos pueden seguir realizando su actividad sin recurrir a modelos intensivos, ya que otros pequeños empresarios como ellos se abastecen con sus productos o los comercializan.
Sin la contribución de las empresas que se establecen en el medio rural, el cuidado del medio ambiente se queda cojo.
Los visitantes: ¿contribuyen a la protección y conservación del medio ambiente?
Con los datos de 2022 en la mano, sabemos que el turismo rural ha cobrado mucho protagonismo en España. Más del 42 % de la población ha realizado alguna escapada rural en ese año, lo que supone un incremento de casi 2 puntos respecto a las cifras de 2021.
Además, esas salidas al rural se hacen con mayor frecuencia: en 2022 el 54 % de los encuestados hicieron 3 o más viajes de este tipo, mientras que en 2021 solo lo hicieron el 40 %.
Frente a la mera escapada rural, la noción de ecoturismo cobra sentido y protagonismo para los pueblos.
Daniel Calleja, fundador de Babel Nature y experto en ecoturismo, hace una importante distinción entre este concepto y el de turismo rural: «El ecoturismo busca la sostenibilidad del turismo rural a la vez que realiza tres funciones: la económica, la social y la medioambiental».
Sin esta triple vertiente no se puede hablar de ecoturismo, sino de turismo rural, «aunque a veces se intente camuflar de turismo natural o turismo activo».
El concepto de ecoturismo se asienta además sobre un cuarto pilar que en el turismo rural tampoco está presente: «La parte de concienciación: somos educadores ambientales a través del turismo, y educamos en el amor por la naturaleza».
Pese a la oportunidad que el turismo rural supone para los pueblos, a menudo se encuentra en la encrucijada de hasta dónde llegar. En el verano de 2022 fueron noticia los pueblos que prohibieron abonar a los ganaderos o eliminaron los cencerros de las vacas para que no molestaran a los turistas.
Esto genera situaciones de incomodidad en los habitantes, que incluso pueden llegar a transformarse en rechazo hacia los turistas de fin de semana.
En un país en el que el 84 % de la población está empadronada en las ciudades, la labor pedagógica del ecoturismo es fundamental para la conservación del medio ambiente y de la vida rural.
Es necesario ser cuidadosos para no colapsar entornos naturales con una afluencia excesiva de visitantes, así como para no degradar los espacios verdes con nuestra actividad.
La cuestión cuando hablamos de turismo rural, ecoturismo y medio ambiente es que todo se solapa con el asunto económico, que no es baladí.
Según señala Daniel Calleja, en ocasiones «se corre el peligro de matar a la gallina de los huevos de oro». El turismo es una herramienta económica para los municipios, pero no debe ser la única: deber ser parte de un ecosistema que cuente, por supuesto, con el sector primario, y también con un sector secundario en transformación.
Pero debe mantenerse la cultura rural de cada municipio y debe haber otros motores económicos además del turístico. Porque, como él dice: «Si todos vivimos del turismo, ¿qué vamos a enseñar?».
6 buenas prácticas para la conservación y protección del medio ambiente en el medio rural
Esta es la forma en que AlmaNatura cuida del medio ambiente, a través de su propia actividad y de los proyectos que realiza. Te animamos a seguir estas pautas si trabajas en el rural con una empresa privada o en el gobierno local.
- Integrar los valores medioambientales en el ADN de la organización
Las organizaciones, tanto públicas como privadas, deben contar con valores medioambientales en sus planes empresariales o programas electorales.
Se puede integrar primero los más básicos (como el ahorro de agua, energía eléctrica, papel, viajes, etc.) para continuar con los más exigentes a medida que se va progresando.
En este artículo te contamos los pasos a seguir para reducir el impacto ambiental de tu organización y alcanzar el Net Zero.
- Potenciar los trabajos agroecológicos
Las oficios como las labores agroforestales, la silvicultura, la apicultura, la ganadería extensiva o el pastoreo ayudan a la preservación del medio ambiente.
Es más, se trata de actividades que apenas cuentan con relevo generacional y que corren el riesgo de perderse.
Si estas labores llegaran a desaparecer no solo estaríamos hablando de pérdida cultural, sino de la pérdida de una oportunidad para cuidar el entorno.
Potenciarlas es fundamental para contar con un medio ambiente vivo, sano y seguro. Para ello se puede:
- Dar a conocer su labor y considerarlas como la parte de cultura rural que son, igual que es frecuente hacerlo con las artesanías y los alimentos típicos y tradicionales.
- Ayudar al relevo generacional en este tipo de actividades.
- Facilitar la formación para llevarlas a cabo.
- Generar empleo de mantenimiento y cuidado del medio ambiente
El cuidado del medio ambiente en el rural también puede generar empleos para, por ejemplo, la recogida de podas, la limpieza de los montes municipales, el mantenimiento de las cunetas, etc.
Estas labores de sostén del entorno son una realidad en los pueblos, y aunque suele ser común que se aborden desde empleos municipales, también sería posible llevarlas a cabo desde un emprendimiento local que aportaría numerosos empleos a la comunidad.
- Actuar con el consenso de la comunidad
Para llevar a cabo cualquier iniciativa medioambiental es conveniente contar con el consenso de los habitantes del municipio.
Por un lado, de esta manera se asegura una mejor consecución del objetivo perseguido.
Por otro, se está llevando a cabo una concienciación de la población.
Esto es aplicable también a las medidas medioambientales que se tomen en una empresa. Contar con el apoyo de los trabajadores ayudará a que tengan éxito.
- Hacer responsable el turismo rural
Cuidar el medio ambiente también es protegerlo de las visitas masivas que puedan dañarlo.
Si el municipio cuenta con infraestructura de turismo rural, es recomendable utilizar esta herramienta económica como una más de las disponibles en el municipio, y no como la única.
Para aprovechar de manera sostenible todas las oportunidades que esta actividad ofrece es recomendable:
- Cuidar la cultura del municipio, ya sea material, natural o inmaterial, porque es lo que los visitantes podrán disfrutar.
- Hacer que la oferta de plazas turísticas sea proporcional a los servicios que puede ofrecer el municipio.
- Crear sinergias y alianzas económicas entre las diferentes empresas y comercios del municipio: de esta manera, el impacto económico no revierte solo en los establecimientos meramente dedicados al turismo.
- Apostar por el ecoturismo
En consonancia con lo anterior, apostar por otra manera de entender el turismo es el siguiente paso para proteger y cuidar el medio ambiente.
El ecoturismo, con sus vertientes económica, social y medioambiental, puede reactivar un municipio ayudando, además, a la conservación del medio ambiente que lo rodea.
Su inseparable vertiente educativa hace que los visitantes aprendan a cuidar esa naturaleza que, a veces, se sueña tan lejana desde la ciudad.
En AlmaNatura llevamos los valores medioambientales integrados en nuestro ADN.