Este es un capítulo de la serie de artículos “Esenciales AlmaNatura: Innovación rural desde dentro”. Con ellos queremos dar a conocer la manera de trabajar de AlmaNatura. Cada mes abordaremos un tema relacionado con el mundo rural vivo, y cuáles son las buenas prácticas que consideramos esenciales a la hora de trabajarlo en el rural.
Estos son los capítulos anteriores:
- Capítulo 1: La cultura
- Capítulo 2: Las mujeres
- Capítulo 3: El medio ambiente
- Capítulo 4: El empleo
- Capítulo 5: Las alianzas
- Capítulo 6: La salud
Como si designaran conceptos completamente opuestos, parece que las palabras “tecnología” y “rural” no suelen unirse en la misma frase, en el mismo pensamiento, o concepto o, incluso, en el mismo pueblo.
La idea del rural como un lugar en el que se ha detenido el tiempo es tentadora para quien quiera romantizar la idea de volver al campo, aunque no es real.
En los pueblos el tiempo avanza igual que en el medio urbano, y la tecnología se abre paso también, aunque con trabas y desigualdades.
En este Esenciales AlmaNatura trataremos cómo pueden revitalizarse los pueblos utilizando las oportunidades que ofrece la tecnología.
La tecnología es mucho más que internet
Existe otro sesgo a la hora de hablar de tecnología, como si con esto solo nos refiriésemos a la conexión a internet o a cualquier otra tecnología de la información.
La tecnología, en la propia definición que da el diccionario de la RAE, es mucho más que eso. Se trata del “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”.
Desde ese punto de vista, el rural tiene que tener la posibilidad y la certeza de que la tecnología, entendida en sentido amplio, también le llega.
Es por eso que, cuando en este artículo nos refiramos a la tecnología, lo haremos en un sentido amplio que comprende no solo el acceso a internet, sino también a otros medios de pago, a nuevas formas de gestión personal o empresarial, o a maneras más eficientes de cultivar o de gestionar una granja, nuevas técnicas de recolección, o nuevos formatos de formación para los habitantes de un lugar, entre otros.
Para conocer mejor las desigualdades y las oportunidades que ofrece la tecnología en el rural hemos contado con Israel Manzano, cofundador y Director de Operaciones en AlmaNatura, con años de experiencia como formador en alfabetización digital.
En el rural existen brechas digitales y tecnológicas
A la hora de hablar de tecnología en el rural es necesario comenzar mencionando las brechas existentes entre la ciudad y el pueblo. Estas diferencias, que en algunos casos son acusadas, crean desigualdad en el acceso y en el uso de la tecnología entre los habitantes del rural.
Hemos identificado cuatro de estas brechas:
- La brecha de acceso a internet en los últimos años
Durante años esta ha sido una de las grandes desigualdades entre el pueblo y la ciudad. El acceso a internet, que hasta hace apenas un par de años no era posible en todos los municipios de España, es ahora casi universal. El objetivo es que para 2025 el 100% del territorio esté conectado a internet.
En los últimos 5 años se ha visto un notable empuje de la conexión en las zonas rurales, aunque aún quedan pueblos sin conexión y esto dificulta el acceso a otras tecnologías. - La brecha generacional y de género penaliza más en el rural
Según señala Israel Manzano, en entornos urbanos la adaptación digital es más fácil para las personas mayores, ya que están rodeadas de estímulos digitales y cuentan con apoyo de personas cercanas para aprender o acceder a lo que se ofrece.
En el medio rural, en cambio, la edad penaliza a quienes tienen que realizar trámites a través de internet, y a medida que aumenta la edad es más complicado mantenerse al día.
Por otro lado, las diferencias entre hombres y mujeres también se notan. Según el informe Brecha digital, rural y de género (noviembre 2022), la mayoría de las mujeres carece de un dispositivo digital aparte del teléfono móvil, y sienten miedo e inseguridad a la hora de utilizar la tecnología.
- La desigualdad tecnológica en el plano educativo
Vivir y estudiar en el rural también genera desigualdades en cuanto a la formación que pueden escoger quienes tengan intención de quedarse en el pueblo y no marcharse a la ciudad.
Como ya mencionamos en el Esenciales AlmaNatura sobre el empleo (capítulo 4), la falta de centros formativos empuja a muchos jóvenes a salir de los pueblos para continuar la educación superior.
Existen formaciones profesionales enfocadas a nuevos yacimientos de empleo que no llegan al medio rural, donde se priman los ciclos formativos de gestión empresarial, agroganaderos o forestales, y aquellos enfocados a los servicios.
Israel Manzano pone como ejemplo las FP de programación o diseño de videojuegos, que se quedan fuera de las opciones para los jóvenes que se queden en el pueblo.
En ocasiones, el personal educativo de los centros rurales a veces también carece de formación técnica, o de conectividad, para poder facilitar a sus alumnos la oportunidad de acceder a programas que puedan desarrollarse en su región.
- La brecha generada en el ámbito empresarial penaliza a los negocios más pequeños
En nuestra experiencia, la adaptación tecnológica de los negocios rurales está siendo complicada: suele tratarse de negocios longevos, en los que a veces no hay relevo generacional (o es muy difícil).
El nivel de exigencia de la Administración a la hora de hacer trámites, solicitar ayudas o presentar impuestos los aboca a una digitalización impuesta para la que, en casi todos los casos, no han sido formados. Un ejemplo de ello es el SITRAN (Sistema Integral de Trazabilidad Animal), en el que los ganaderos deben notificar cada alta o baja de animales, vacunación, etc.
Las pequeñas explotaciones son las que más sufren esta desigualdad: las grandes empresas cuentan con medios para contratar personal que haga estos trámites, o para externalizar esta gestión. No así las explotaciones familiares, en las que una o dos personas se ocupan de todo.
En casos extremos, las pequeñas explotaciones pueden llegar a desaparecer por el coste o la imposibilidad de realizar estas gestiones.
La desaparición de estos negocios debilita el tejido empresarial y productivo de las zonas rurales y, por supuesto, expulsa personas del territorio.
La banca online, un ejemplo de cómo la desigualdad digital crea exclusión social
Un ejemplo claro de cómo la brecha digital y tecnológica está generando exclusión social en el rural es la banca online.
Según Israel Manzano, «existe un problema acuciante y difícil de resolver, donde se mezclan tecnología y dinero».
La ausencia de sucursales con atención personal obliga a las personas que viven en el rural a realizar trámites de manera online, sin tener conocimientos ni medios.
Esto no solo afecta a la población más mayor. Muchas personas en la cincuentena no cuentan con formación o con un dispositivo más allá del teléfono móvil, para realizar gestiones bancarias.
A esto hay que sumar el miedo de gestionar algo tan valioso como el dinero a través de un entorno que no se percibe como seguro.
Es inevitable que las personas que habitan los pueblos sin sucursal bancaria se sientan abandonados, aunque la Administración intente paliar este abandono con iniciativas como Correos Cash para la retirada y entrega de efectivo en cualquier lugar del país, que son insuficientes para realizar el resto de la operativa.
6 buenas prácticas para fijar población al territorio utilizando las oportunidades que da la tecnología
En AlmaNatura sabemos que la tecnología es y será una de las grandes aliadas para la fijación de población en los pueblos.
Estas son las buenas prácticas por las que apostamos a la hora de trabajar con tecnología en el mundo rural, y por la inclusión tecnológica y digital de quienes habitan los pueblos.
- Seguir apostando por la alfabetización digital en las zonas rurales
Aunque en febrero de 2022 España ya contaba con más de 48 millones de líneas móviles con banda ancha (más de una línea por habitante), no se puede dar por sentado que todas las personas puedan realizar trámites a través de su smartphone.
Muchas de ellas lo utilizan para comunicarse con familiares y amigos, por lo que es necesario seguir realizando acciones formativas de alfabetización digital, ya que es ahí donde se pueden mejorar competencias y habilidades para el empleo o la gestión personal.
- Promover la formación del personal educativo para que pueda hacer frente a los retos de la digitalización de algunas formaciones.
O bien, contar con personal especializado en informática en los centros educativos. Las oportunidades de formación online, ya sean regladas o no, son fundamentales para los alumnos de las escuelas rurales. AlmaNatura, en colaboración con sus aliados, realiza formaciones de este tipo, como GIRA Jóvenes. - Mantener la comunicación institucional por canales no digitales.
La digitalización de las comunicaciones excluye a aquellas personas que no quieren o no pueden comunicarse a través de chats en su teléfono móvil.
Esto ocasiona exclusión de grupos de amistades cuando sucede en el ámbito privado, pero además genera indefensión e incomunicación cuando se trata del ámbito público.
Según el testimonio aportado por una persona de Canarias para el informe Brecha digital, rural y de género: «La gente mayor no se entera ni cuando cortan el agua, ni cuando cortan luz porque todo va por redes sociales».
Las comunicaciones institucionales, como los cortes de agua, averías, cierre de calzadas, cortes de calles, bandos municipales, horarios de actividades o aperturas de centros de culturales, etc., deben seguir realizándose también por medios no digitales, de manera que todas las personas puedan tener acceso a esa información. - Ofrecer formaciones a los negocios que necesiten utilizar ciertas aplicaciones o tecnología de manera recurrente y para trámites obligatorios
La digitalización de la Administración, que facilita muchos aspectos de la gestión administrativa personal o empresarial, tiene que llevar aparejada una formación siempre que se trate de trámites que solo pueden realizarse de manera digital.
De otra forma, esta digitalización forzosa es desigual entre aquellas personas que pueden aprenderlo, o incluso averiguarlo por su cuenta, y las que no (y que tienen las mismas obligaciones con las administraciones).
- Identificar nichos de mercado y oportunidades de negocio relacionadas con la disminución de esta brecha digital.
En relación con el punto anterior, están surgiendo oportunidades de negocio en el rural que es necesario identificar para promoverlas.
A las gestorías tradicionales, que ya se encargan de las presentaciones de impuestos o de otros trámites, se están uniendo nuevas asesorías digitales con profesionales que realizan los trámites requeridos por la Administración (como el mencionado SITRAN).
Podrían ayudar a fijar población al territorio de dos maneras: por un lado, atrayendo a quienes se dedican a este tipo de asesoría, y por otro, manteniendo en el rural gracias a no tener que cerrar sus empresas o negocios familiares. - Trabajar por visibilizar las carencias y retos digitales y tecnológicos a los que se enfrenta el rural.
Muchos de los retos comentados en este artículo exceden las competencias de las corporaciones locales, y también las posibilidades de las entidades privadas que trabajan en el rural.
Ejemplos de esto son la exclusión generada por la banca online, o la falta de formaciones profesionales relacionadas con las competencias digitales.
Sin embargo, visibilizar esas carencias en reuniones, foros, charlas, redes sociales o informes ayuda a que se sigan poniendo sobre la mesa y no se olviden.
La tecnología es una socia imprescindible para fijar población a los pueblos, una oportunidad que no podemos dejar pasar.
Por eso en AlmaNatura trabajamos de esta manera cuando se trata de fomentar y utilizar la tecnología en el rural, y te animamos a usar estas pautas.
